SIN EDITAR
El olor a navidad, chocolate caliente y galletas de jengibre está en el aire. Es el tiempo perfecto para abrigarse y estar al lado de seres queridos. Pero no para ellos, quienes se sienten tan solos que la compañía del otro puede resultar...
Día 5: No quiero que nadie se entrometa entre nosotros
🦋
Universo alternativo Jóvenes adultos
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Hinata mira a través del cerrojo de la puerta para ver de quién se trata. Es de madrugada y alguien vino a interrumpir su sueño. Suspira con cansancio cuando se da cuenta de que es su torpe novio.
Termina por abrir la puerta y el terrible olor a alcohol le cala.
—¡Sasuke! ¿Estás borracho?
—No —hipa, tropezando con sus propios pies para adentrarse en el departamento—. N-no estoy borracho.
Hinata cierra la puerta y acaricia su entrecejo hastiada.
—Siéntate en el sofá —ordena—. Te traeré un vaso de agua.
El pelinegro obedece y se recuesta. Cuando Hinata vuelve, él le arrebata el vaso para ponerlo sobre la mesita y la jala para sentarla en sus piernas.
—Apestas.
Sasuke ríe.
—Lo sé.
Hinata hace una mueca de disgusto. Estaba molesta con Sasuke y que él viniera en ese estado solo empeoraba la situación.
—Bonita, perdóname.
Hinata se cruza de brazos y hace un mohín de enfado.
—No.
—¿Pero por qué? —solloza, abrazando su cintura con fuerza.
—Sasuke, te pusiste celoso de Neji —suspira con pesadez—. ¡Mi primo! Es desagradable que mal pienses mi relación con él.
Sasuke se queja en voz baja.
—Hay algo raro en él, te digo.
—Es mi primo —repite.
—Eso no importa, Hinata —bufa—. Es solo que no quiero que alguien se entrometa entre nosotros.
Hinata ríe con ternura.
—Eres un tonto.
Deposita un beso en su nariz y se levanta de su regazo, Sasuke hace un puchero.
—¿Puedo dormir contigo, Hinata? —pide en un susurro y Hinata se ruboriza ligeramente.
—No, estás borracho.
—¿Ni siquiera por ser navidad?
—No.
Hinata se marcha a su habitación dejándolo solo en la sala. Se vuelve a acostar y esboza una sonrisa tonta.
Mañana buscaría la manera de pedirle una disculpa, debía de admitir que sí fue ridículo su berrinche.
Debía confiar en ella porque la amaba con todo su ser y lo que menos deseaba era perderla.
