UNO

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     Su cabello cubría sus ojos y los audífonos bloqueaban los ruidos externos. Mientras caminaba, ni siquiera se detenía para voltear hacia ambos lados antes de cruzar las calles. Reiteradas veces estaban a punto de chocarlo, pero este ni siquiera parpadeaba. Cualquiera diría que tenía un deseo de muerte.

Apretando el puño en la manga de su sudadera gigante, entró al campus con la vista hacia abajo. Ahora el ruido era inevitable escuchar, pues podía oír las carcajadas y gritos de felicidad de los demás aún con el bajo y la batería retumbando dentro de sus oídos.

El joven se apresuró tras ver en su reloj que ya iba tarde. Su garganta empezaba a apretarse y su corazón a palpitar con más velocidad; no quería interrumpir la lección del día. Corriendo por los pasillos y trotando por las escaleras, finalmente llegó al aula. Con su manga limpió las gotas de sudor de su frente y se detuvo un momento para tomar aire.

Abrió la puerta y por suerte el profesor no había llegado aún. Cabizbajo, subió las escaleras desde la orilla y hasta la fila antepenúltima, aquella donde a casi nadie le gustaba sentarse. Al llegar a su asiento notó que ya estaba tomado... Pero, ¿por qué? Todos sabían que él se sentaba ahí todos los días, en todas las clases, sin cambio alguno.

Tragó saliva y se mordió el labio, pero no tuvo el valor de levantar la cabeza y enfrentarlo. Sintiéndose derrotado, se sentó en el asiento de enseguida. Eran casi iguales, ¿no? No habría ninguna diferencia notoria, ¿verdad?

Volteó a su alrededor y todo se veía diferente. Había cambiado por completo los ángulos de todas partes. El pizarrón se veía diferente, ya no podía ver hacia afuera con tanta facilidad, la silla se sentía fría y extraña.

—¿Park Seonghwa? —Le preguntó el joven que estaba en su asiento—. ¿Todo bien? Estás temblando mucho.

Poniéndose el gorro de su sudadera, Seonghwa sólo se limitó a asentir. Sacó su laptop y empezó a revisar su ensayo que ya había entregado, pero que quería asegurarse que estaba bien por la onceava vez en las últimas quince horas.

Llegó el profesor y todos guardaron silencio. Algunos escuchaban atentos las indicaciones del proyecto final, mientras que los otros —como el que se sentaba a lado de Seonghwa— sólo susurraban y reían, ignorando al profesor por completo.

Cuando mencionó equipos, Seonghwa no pudo evitar alterarse de nuevo. Ya estaba acostumbrado a trabajar en equipo, pero aún así le mortificaba la idea de hablar y convivir con gente nueva. Pero no quedaba más que aguantarse. Como lo ha hecho durante toda su vida.

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Una manzana y un litro de agua era su comida del día. Seonghwa nunca tenía un apetito, entonces comía lo menos posible y lo compensaba con agua. Mordiéndole a su manzana, escuchó un golpe y brincó de sorpresa, volteando para ver de dónde había venido aquel sonido.

Un compañero estaba en el suelo, riendo mientras lentamente se ponía de pie y sacudía el polvo de su uniforme. Lo siguió con la mirada, viendo al otro tipo que había tomado su patineta del suelo y se iba alejando con su amigo. El tipo que robó mi asiento.

El Ladrón estaba riendo, sus ojos cerrados mientras mordía su lengua. El otro lo seguía de reojo, notando su piel bonita y bien cuidada, su mirada intimidante aún cuando estaba riéndose incontrolablemente. No le parecía posible tener esos ojos fríos con esa risa tan armoniosa.

—Oye, Seonghwa —dijeron, sentándose a lado de él—, ¿cómo vas este semestre? ¿Todo bien? —Le mostró una amplia sonrisa.

—Eunwoo, ¿por qué siempre te apareces sigilosamente? Me vendrás matando de un infarto algún día —suspiró Seonghwa, guardando su manzana—. Hoy nos acaban de asignar el primer proyecto en equipo, ya te has de imaginar cómo la estoy pasando.

Eunwoo asintió y vio de reojo la manzana y el agua, entrando a un debate mental entre regañarlo o dejarlo por la paz.

—¿En serio? ¿Para cuándo es?

—Es el proyecto final.

—¿Y eso? —soltó una risita—. No hace ni un mes que empezamos el semestre como para que dejen el proyecto final. Además, dudo que alguien empiece el proyecto este mes. Ya sabes, con todo lo del viaje.

Seonghwa levantó la cabeza y volteó hacia Eunwoo, frunciendo el ceño.

—¿Viaje? ¿Cuál viaje?

—El de egresados. Al parecer hay una promoción, o rebaja de precio, no estoy segura... Total, decidieron cambiarlo de verano a primavera así que nos iremos en dos semanas —ladeó la cabeza— ¿No te habían dicho?

—Ni siquiera estuve enterado del viaje.

Eunwoo puso sus labios en una línea recta. Cada vez más Seonghwa se aislaba de la sociedad y ya no estaba al tanto. Y aunque ella quería ayudarlo, era casi imposible verlo en la universidad con sus horarios tan diferentes.

—Iremos a Grecia, ¿no te interesa ir? —preguntó con cautela—. Aún estás a tiempo de registrarte....

—La verdad no. Odio viajar.

—Okay, lo entiendo. Pero igual, piénsalo. Sería nuestro último viaje antes de empezar a buscar un empleo, y estar todos nuestros amigos juntos.

—Eres mi única amiga, Eunwoo.

—Sí, pero podrías hacer más, ¿no crees?

—No, gracias. Estoy bien, de verdad, Eunwoo.

Eunwoo hizo un puchero, pero no indagó más. Se escuchó un golpe de nuevo, y ambos voltearon. Ahí se encontraba El Ladrón, tirado en el piso. Seonghwa se le quedaba viendo, ahora con más intensidad.

—Nunca me va a salir esa verga —dijo el ladrón entre risas—. Ni siquiera Tony Hawk podría hacerlo.

Eunwoo había notado cómo lo veía Seonghwa.

—Oh, él. —dijo.

—¿Él? ¿Quién es? Hoy me robó el asiento.

La joven infló sus cachetes. Ya podía imaginarse cómo se sentía Seonghwa teniendo que cambiar algo de su rutina diaria.

—Se llama Kang Yeosang. Siempre está en su patineta arruinando la propiedad de la universidad, pero nadie puede decirle algo, ¿sabes? Su abuelo es de los que más han donado a nuestra institución y, bueno... —ladeó la cabeza, analizándolo junto con Seonghwa—. Hmm, es atleta y tenemos varios amigos en común, aunque realmente nunca hablé con él. Pero sé que todo el mundo lo adora.

Las miradas de Seonghwa y Yeosang coincidieron, pero este primero se volteó de inmediato, aún viéndole de reojo. Notó cómo Yeosang no parecía quitarle sus ojos de encima, y no podía evitar sentirse intimidado.

Seonghwa cerró sus ojos por un momento y siguió hablando con Eunwoo, lo cual no parecía tan interesante como la adrenalina de ser sorprendido mirando a Kang Yeosang.

DARKROOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora