Al igual que en infinidad de ocasiones, durante los millones de años que había durado su vida hasta ahora, Gabriel sentía nuevamente que la muerte se acercaba, solo que esta vez percibía la imposibilidad de escapar de ella. Él, así como el resto de miembros de la comunidad que lo seguían como a un dios, habían penetrado en el campo gravitacional de aquel agujero negro y en breve serían engullidos en sus profundidades.