"Llegaron los nuevos esclavos, hay que marcarlos con la insignia del reino." Algunos quejidos sonaban al fondo del subterráneo. Pedazos de hierro color rojizos torturando la piel de los nuevos trabajadores. El príncipe pidió a alguna que otra esclava pues en ese momento se preparaba para su baño en la tina. No tardó mucho cuando su instinto de alfa capturó el aroma de aquella omega que nunca había visto. Ojos claros, cabello pelirrojo, buen cuerpo y casi sintió un deseo mayor por poseerla. Había recordado en ese momento lo sucedido en el pasado. Tomó postura y dejó sus deseos desaparecer, por aquellos minutos.
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