Era el penúltimo año de Scorpius en Hogwarts, aquello no podía sacarlo de su emoción. Además, este había sido el año en el que había hecho pruebas para poder entrar al equipo de quidditch de su casa. Draco el había animado a intentarlo, sin ninguna presión, diciéndole que él iba a serlo genial. ¡Su padre no se había equivocado! Max Anderson, capitán del equipo y ahora amigo suyo, le había prácticamente obligado a quedarse como el nuevo buscador, mas el solo aceptó participar si tomaba el puesto de cazador. Anderson ni se quejó. Lo años no habían sido injustos con él, habían hecho del heredero de Malfoy lo que alguna vez fue su padre: un total rompecorazones. Era ahora más alto, su cabello rubio había crecido y todo su cuerpo había empezado a parecer al de un respectivo jugador de quidditch. El enamoramiento que había tenías o alguna vez por Rose Weasley-Granger no duró tanto, logró salir con la pequeña Gryffindor casi terminando su cuarto año, pero la relación no fue más larga que unos cuantos meses. La relación puede que no terminase tan bien, pero su querido amigo Albus, con una reluciente sonrisa en su rostro, siempre le apoyó. En ese año; sin embargo, Albus parecía tener el total deseo de ignorarlo lo mayormente posible. Y el pobre Malfoy no sabía por qué, ¿qué había hecho él? Luego del partido ganado contra Ravenclaw, los Slytherins celebraron ese mismo viernes su victoria con una gran fiesta. Scorpius descubrió esa noche que, con un poco de alcohol encima, Albus podía sincerarse, tal vez más de lo que nunca pensó él.
4 parts