Libertad. Esa palabra que tanto amaba pero que detestaba al mismo tiempo. La amaba porque era algo que ansiaba, y la detestaba porque no era capaz de poseerla. Sabía perfectamente que vivir sin ella sería como estar muerta en vida pero que si lo hacía iba a terminar con el mismo destino. Arriesgarse era su única alternativa. Si de alguna de las dos formas iba a morir, ¿Qué más le daba jugársela? Ella eligió su camino pero no se esperaba tener que lidiar con algo más que no fuera únicamente su propio bienestar. Y ahí es cuando entró él, la persona que le desordenó los esquemas pero que le dió esa libertad con la que tanto había soñado. ¿Para siempre? Puede que no pero de eso trataba la vida, de momentos. Y con él, definitivamente había llegado el suyo.