Lautaro y Amaia fueron mejores amigos de toda la vida, ella siempre estuvo para él, incluso cuando nadie más lo estuvo. En sus momentos más difíciles, ella era la que siempre estaba para que él pudiera apoyar su cabeza en su hombro y llorar por horas sin oír una sola queja de su parte. Ami también sabía que Lautaro siempre iba a estar para ella sin importar qué y ese fue el pequeño empujoncito que necesitó cuando su mejor amigo le pidió que lo acompañase a vivir con él a Italia, en un gran paso para su carrera profesional. Ella dudó por un gran tiempo, pero confiaba en Lauti, y sabía que no la iba a dejar sola. Como mejores amigos, siempre han estado unidos, pero unos celos repentinos se apoderan de Amaia cuando Lautaro comienza a conocer a una chica en Italia. Su vida da un gran giro y parece poco a poco caer en cuenta que en realidad siente algo por su mejor amigo. Trata de negarselo a ella misma, a decir que sólo son celos estúpidos porque una persona que no es ella tiene su atención, pero muy en el fondo sabe que eso no es cierto. Aunque de pequeña lo vio crecer y convertirse en el gran hombre que es hoy en día, nunca pensó que su atractivo fuese tan hipnotizante cuando lo mira con lo que parecen ser nuevos ojos; ojos de enamorada.