Como organizadora de eventos Lillian se tomaba muy en serio el hacer todo en su poder para que cada uno de los proyectos en los que trabajaba se desarrollaran a la perfección, en especial cuando se añadía un toque personal como en su último encargo. Un encargo que estaba decidida a llevar a cabo sin contratiempos, aunque el universo hubiese guardado uno gigantesco para ella en la forma de un hombre que no dejaba de protagonizar sus fantasías.