Buscaba exaltada de dónde provenía. Un rastro de sangre se cruza en mi camino guiándome con vacilación. El rojo de mi guía me llevo hasta a ti. Lo primero que vio mis ojos fue tu rostro apenas definido por las lágrimas que de inmediato me desbordaron. Te tome en mis brazos con miedo de que esa sangre perteneciera a ti, pero estabas intacto. Solo en ese bosque, magullado por las hormigas y otros incesto que se aprovechaban de tu indefensa existencia. - ¿porqué... porqué estas aquí?− te preguntaba incrédula por esa situación, no podía creer que te dejaran allí. Te abrasé aun sintiendo tu llanto y dolor− ¿qué debo hacer?− me preguntaba, ¿qué haría yo en esa situación? Te aparto de mi regazo para verte a los ojos− no te preocupes. Ya no estás solo, ok− te vuelvo a abrazar− « ¿un bebe... que se supone que haría...?».