Cuándo pasas todo el tiempo solo a veces se te olvida como reaccionar ante las emociones de las personas. Ante las de fuera, ante sus virtudes y sus defectos; sobre todo cuando te nombran el malo de la película. Y es por eso que solemos esconder nuestras actitudes y personalidades, para mostrar otras totalmente distintas. Porque mostrar es dolor, y el dolor al final termina en el mismo sitio: el sufrimiento que se llega a dar uno mismo, del que nadie te puede salvar. ¿O quizás sí? A lo mejor mi salvación tenía nombre y apellidos, y estaba muy muy cerca de mi, ¿verdad, princesa?
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