Es algo extraño, finalmente tener la oportunidad de experimentar el mundo por lo que realmente es, reclamar cada día para ella y nadie más. Se siente como un árbol joven que sale de un largo invierno, con la corteza endurecida desprendiéndose para revelar madera verde y fresca debajo. Hay tanto de sí misma que nunca supo que existía, tantos placeres simples que nunca experimentó, y quiere cavar profundamente en sus raíces y beber cada segundo posible para recuperar el tiempo que ha perdido. Yelena descubre lo que le gusta y lo que no.