El frio e inmundo vacío se hace presente al ponerse el sol, el ruido del exterior saca del transe abrumador a nuestra protagonista quien automáticamente empieza su maldito recorrido hacia su guillotina moral diaria. La pobre mujer cubre su cuerpo con un gran abrigo de piel falsa para sobrellevar un poco el frio Siberiano, saca un cigarrillo encapsulado y seguido un encendedor particular de una calavera donde resaltaba una leyenda algo irónica "Dolce Vitta" de su cartera de mano y lo encendió con gran facilidad. Ese pequeño pero llamativo objeto era su único recuerdo de su vida pasada.