¿DE QUIÉN ES EL GATO?... Desde los empañados cristales del café miraba a la luna, quería pensamientos buenos, pero no se borraban los malos, me bordeaban ávidamente para que no les diera la espalda. Mordían sin contemplación mi conciencia. Me acorralaban como gatos maullando buscando pleito. MI AMIGO ARBUSTO... Allí permanecía yo, abrazando a ese madero inmortal, que por momentos me ofrecía la capacidad de volver a crecer a partir de una rama caída en ese trozo de tierra húmeda. Ese cuerpo de corteza envejecida con estrías, de largas articulaciones ascendentes, finas y flexibles, de brácteas caducas, en forma de lanzas...
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