Luna siempre había sentido una conexión profunda con la danza flamenca. Cada vez que sus pies golpeaban el suelo o sus manos chasqueaban al ritmo de las palmas, sentía que su alma se entrelazaba con la historia de sus antepasados. Nacida en una familia de larga tradición flamenca en Andalucía, creció escuchando historias de sus abuelos sobre la evolución del flamenco y su influencia en la cultura española.