Ariadna siempre había amado el cine. Sin embargo, su condición neurodiversa, en particular su hipersensibilidad auditiva, convirtió las salas de cine en lugares abrumadores. Los sonidos amplificados la asustaban, haciendo que cada visita fuera un desafío. Su pasión por las películas chocaba constantemente con la angustia de los ruidos excesivos.