Zora, que se creía valiente, huía ahora de su vida en España. Se va a Londres, totalmente sola con el objetivo de empezar de cero. Se muda con una familia australiana bastante ajetreada que necesita ayuda con su pequeño de 8 años, Gabriel. Ella se hará responsable mientras le ofrecen comida y alojamiento gratis. ¿Qué más podía pedir? Sin embargo, aparece en su vida Leo Brown. El hermano mayor de Gabriel, con su cara de: me la suda lo que pase en esta casa, a mí me apetece una buena fiesta. Zora no lo soporta. Pero tiene que hacerlo si quiere permanecer en esa casa mientras cursa la universidad. No quiere volver a España y acarrear con todos sus problemas del pasado. Así que hará lo imposible por quedarse, aunque Leo le complique la existencia. ¿Podía la distancia curarlo todo? ¿Y el amor? Cuando alguien no se encuentra a sí mismo, ¿estaría dispuesto a dejarse ser encontrado?