CAPÍTULO 1

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"Buenas tardes, señoras y señores pasajeros. El comandante y toda la tripulación les damos las gracias por elegir este vuelo con destino a Londres, Reino Unido. La duración estimada del vuelo será de dos horas y media aproximadamente..."

一 Eh 一 sentí un pequeño movimiento a mi derecha, ya que mi asiento se encontraba junto al pasillo, a pesar de que elegí como preferencia la ventana. ¿Para qué darían a elegir preferencias si finalmente colocarían a los pasajeros donde les diese la gana? Por su culpa iba a pasarme las dos horas y media de vuelo malhumorada, por lo que una vez me senté, me coloqué mis auriculares, abrí Spotify y Hold On de Justin Bieber comenzó a sonar. 一 ¡Eh! 一 Y ahora alguien venía a molestarme. Fantástico.

Quité mi auricular derecho sin parar la música y alcé la vista hacia el pasillo, donde localicé unos ojos marrones almendrados que me miraban expectantes. Enseguida miré tras los hombros del chico y vi la cola que había tras él. Entre los pasajeros, vi a una señora mayor que me miraba como si quisiera estrangularme con sus propias manos para que lo viese todo el mundo y dar de qué hablar, o lo que es peor, como si quisiera cortarme el pelo e implantárselo ella misma con una buena base de superglú. Y todo por hacerla esperar. Sin duda, perder mi larga melena castaña sería lo peor con diferencia. Siempre he pensado que podría donar parte de mi pelo y contribuir con la causa, ya que me volvería a crecer y podría dar una razón a mi padre por la cuál pudiese sentir que su hija podía hacer algo más que mirar su propio ombligo. Qué digo, ni por esas podría dedicarme siquiera un minuto de su tiempo.

一 Eh. Te estoy hablando a ti. Tengo el asiento A, y tú estás en él sentada一  Tenía un acento inglés de lo más extraño: no era británico, pero juraría que tampoco era americano. ¿Sería holandés y por eso tenía un acento tan peculiar? Aunque mi inglés tampoco era perfecto, se notaba que era española.

一 No 一 contesté, ahora sí, pulsando el botón de pausa de la canción 一 . De hecho, este es el asiento C, tu asiento es el de la ventana.

一 Pero aquí en el plano...

一 Mira, la gente está esperando. Si quieres me pongo yo en el asiento de la ventana, y tú te quedas en el mío junto al pasillo. 一 Le corté, porque me estaba empezando a poner nerviosa. Los pasajeros se cruzaban de brazos y empezaban a llamar a las azafatas de vuelo para quejarse. No quería armar una escena por una tontería. No cuando había una solución tan simple.

Así que, cogí mi bolso con mi Ipad y mi libro electrónico, y me cambié al sitio de la ventana fácilmente, porque el sitio de en medio aún se encontraba vacío. El chico se sentó en el asiento en el que me encontraba anteriormente y a los pasajeros les faltó aplaudir una vez pudieron seguir su rumbo a sus asientos correspondientes. Me encogí en mi sitio y estaba a punto de ponerme mis auriculares de nuevo cuando lo escuché: Psss. ¿Eso era a mí? Giré la cabeza hacia mi derecha.

一 Gracias por cambiarme el sitio, Luna 一 me soltó el chico. Aunque ahora que lo miraba mejor, me fijé en que llevaba una barba de un par de días, el pelo negro azabache algo despeinado, tenía la nariz respingona y por cómo se encontraba sentado, con las rodillas más flexionadas de lo que se debía, sabía que era lo bastante alto como para casi rozar el techo del avión sin necesidad de ponerse de puntillas. Apostaba a que tenía unos veinticinco años. Y era guapo. Bastante guapo一 . Voy a empezar a pensar en que no te llamas Luna y que eres una asesina en serie si no dejas de mirarme así一 . Alzó sus cejas oscuras y señaló con la cabeza hacia el interior de mi brazo izquierdo.

一 No me llamo Luna.

Vi cómo un último pasajero, un hombre más bien cuarentón, le pidió disculpas al chico y le pedía paso, ya que su asiento se encontraba en medio de los dos. Acto seguido, escuché cómo el piloto anunciaba que todos nos mantuviésemos sentados y con el cinturón abrochado mientras se realizaba el despegue. 

¿Quién se creía que era? ¿Le cedía mi asiento y ahora pretendía entablar una conversación? Aunque tenía que decirlo, me tranquilizaba el hecho de que podía perderme todo el camino en esa infinita capa blanca que se extendería bajo nosotros en apenas unos minutos. Me gustaba pensar que el cielo no llegaba a tener un final. Era algo bonito que no podía acabarse nunca; sí, la noche llegaba y el azul claro se perdía, pero las nubes seguían ahí y las estrellas salían para acompañarlas, y cuando el día comenzaba, las estrellas se escondían para dar paso a las nubes como si se permitiesen las unas a las otras su momento de luz correspondiente. Pero siempre permanecían unidas, no existían la una sin la otra. Mamá y yo éramos así.

Miré el interior de mi brazo izquierdo y vi la pequeña luna que se extendía sobre él, junto a ella había una pequeña estrella que la acompañaba. El tatuador la había hecho con un degradado que se arremolinaba alrededor como si de la misma galaxia se tratase, incluyendo la pequeña estrella. Tenía mis razones para haber querido tan sólo una y no las miles que realmente se encontraban sobre nuestras cabezas. Sentí una pequeña punzada de dolor al recordarlo. Volví a colocarme mis auriculares mientras el avión despegaba.

Zora, te vas a caer. ¡Ten cuidado! La escuchaba reír, su risa era de lo más contagiosa. Estaban destruyendo el parque al que siempre solíamos ir, pero a mí me encantaba porque era donde mamá solía llevarme después de comprarme mi helado favorito: el de turrón. Yo le decía que el suyo de stracciatella era de lo más aburrido, que el mío tenía trocitos más grandes que podía saborear mucho más. Tan sólo tenía once años.

¡Pero mírame mamá, estoy súper alta! me regodeaba en lo alto de un montón de tierra que se encontraba a un lado. Los columpios ya no estaban. Puse mi pie izquierdo un poco más arriba, quería llegar a lo más alto y estaba a punto de conseguirlo. Sin embargo, mi zapatilla no aguantó lo suficiente y resbaló, haciéndome caer a mí. Solté un chillido.

¡Zora! mamá vino deprisa ¡Cariño! ¿Estás bien? yo la miré sorprendida. Acto seguido comencé a reírme, me sujetaba la tripa del dolor que me producía. Vi a mamá reírse conmigo, tirada en la tierra junto a mí. No le importaba mancharse su vestido de flores amarillas, que era su favorito. Con ella siempre era así: risas, besos, abrazos, helados, paseos ¡Zora, qué susto! ¡Un día vas a terminar haciéndote daño de verdad y aprenderás la lección! se enjugaba las lágrimas con las manos hechas un puño mientras reía sin parar. Nos quedamos un momento así, tumbadas las dos, admirando el cielo.

Mamá, un día quiero ir tan arriba como la Luna, para que veas a dónde soy capaz de llegar. Sé que la Luna está muy muy lejos.  La miré y ella me miró de vuelta.

Un día llegaremos tú y yo tan alto, cariño, que la Luna te parecerá pequeña al lado de las bonitas y grandes estrellas. Querrás ser sin duda una de ellas.

Pues para mí mamá, tú eres mi estrella.

El avión se acabó estabilizando finalmente en el cielo y comenzaron a pasar las azafatas con el carrito de servicio. Pedí un capuccino y vi cómo el chico al que le había cambiado el asiento, permanecía aún con los ojos cerrados de forma forzosa y con los nudillos blancos debido al esfuerzo que hacía al sujetarse a los reposabrazos.

Caí en la cuenta: al chico le daban miedo los aviones.

N/a

Hola hola amores🫶🏻

dejo por aquí el primer capítulo:)))))

dadle amor y nos vemos pronto en el próximo🧚🏼‍♀️

gracias por leer🩷

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⏰ Last updated: Oct 12, 2023 ⏰

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