Chuuya se había enamorado de una mujer algo peculiar, una chica de cabello alborotado, sus vestidos siempre manchados con pintura, sus zapatos que resonavan a dónde quiera que fuera, con una risa escandalosa que no dudaba en cantar sus canciones favoritas a todo pulmón, una chica que jamás callaba ante las injusticias, que cocinaba platillos exóticos que no podían pertenecer a ningún país y sobretodo que lo amaba tal y como es. Aquella mujer marco la vida del pelirrojo llenando su vida gris con colores, sus oídos con todo tipo de sonidos, su piel de caricias y su paladar con rarezas, le dio un sentido de vida, que se llevó con ella cuando dejo este mundo Chuuya quedó solo ahogado en recuerdos y sufriendo por el silencio, los colores desaparecieron y su sentido del gusto desapareció, nada tenía sabor olor o color, nada tenía sentido y jamás volvería a amar o almenos eso pensaba.