De chica siempre amé la lluvia. Ver las gotas caer, las gotas que fueron de mi inspiración para escribir mis versos más tristes. Ahora, con veintiún años de edad, no tengo tiempo si quiera de sacar el paraguas y ni si quiera me doy cuenta si está lloviendo. Me llamo Sandra, hace tres años que vivo en Londres. Nací en Texas. Mis padres me criaron en una granja. Me enamoré a los dieciséis, me embaracé y mis padres me llevaron lejos para no ser la vergüenza de la familia. Mi hija, Camila, no conoce ni a sus abuelos ni a su padre. Solo me tiene a mí y a su perro Manchitas. Como madre soltera, trabajo para darle lo mejor. Camila está creciendo y no podré ocultarle la lluvia todo el tiempo.