-¿Jugamos...?- Preguntó por fin Edward. -¿A que?-respondió Gilibert, algo curioso de la pregunta. Edward esbozó una pequeña sonrisa coqueta. -Ah, es un juego bastante divertido -cortésmente extendió una mano hacia Gilibert- si me acompañas te enseñaré cómo jugar. Sin saber a lo que estaba por enfrentarse, Gilibert tomó la mano de su mayor, quien lo condujo hasta su habitación cerrando la puerta detrás de el.
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