¿Qué sucedería si de pronto tu vida se viene abajo? ¿Qué sucedería si de pronto te cortan tu único ingreso económico? ¿Qué sucedería si de pronto tu estúpido jefe te ofrece un trato de ética dudosa pero que podría cambiarte la vida por completo? Todas estas preguntas me las hice una mañana de mayo cuando desperté sola, sin trabajo, sin comida en el refrigerador, sin un dólar en el bolsillo, con mi padre enfermo y con una decisión pendiente de tomar. Una de esas decisiones que son ética y moralmente bajas, que hasta te da vergüenza considerarlas.