La brisa cálida toca mi rostro esa brisa qué tal vez no vuelva a sentir. Veo el rubor de sus mejillas ese rosado como de los bombones que comíamos al anochecer. Los luceros de sus ojos no se comparan con nada pues no hay cielo más bonito más el que encuentro en sus ojos. Solo quiero verle por ultima vez antes de desvanecer, no me gusta despedirme pero tenía que hacerlo esta vez.