A ella le gustaban las flores. A él le gustaba soñar con estrellas. El explorador de planetas vivía en la luna; soñaba con llegar cada día más y más alto, cegado por las brillantes luces que todo aquel nuevo universo presentaba para él. La amante de las flores le gustaba mantenerse en tierra firme, segura. Ella sabía que no solo las estrellas brillaban, y que una pequeña flor perdida entre el pasto podía ser igual de hermosa que una vía láctea. Nunca hubieron más opuestos, ni más perfectos el uno para el otro. Hasta que se destruyen mutuamente. -------------------------------------------------------------------- Cuando escribí esta historia -a la cual me gusta más la idea de considerarla como un pequeño cuento-, me encontraba sufriendo de un gran bloqueo literario. Acababa de pasar mi primera decepción amorosa. Así que, con el corazón roto y los dedos muriéndose por escribir algo, empecé a redactar estos pequeños párrafos. Por alguna razón, se volvieron parte esencial para ayudarme a superar mi primer corazón roto. Esto va para ti. Ya no te quiero, ya no te extraño.