Era lo mejor que tenía. Los dos nos completabamos, era como si hubiésemos nacido el uno para el otro. El era la pieza que le faltaba a mi rompecabezas y yo la nota en su melodía. Los días junto a el eran similares a tocar el cielo y las noches las pasábamos ardiendo en el infierno. Todo era perfecto. Sabía absolutamente todo de mi y yo todo de el. Quien iba a decir que la vida iba a dar tantas vueltas.