Yo: las conversaciones en Misión cliché son normales.
Las conversaciones en Misión cliché:
—Hay muchas cosas que no he hecho que muchos de nuestra edad sí. Por ejemplo, Rebeca. Ella me dejó porque quería tener sexo y yo nunca lo he hecho. Es probable que tanto Alex como Alma y tú ya sepan lo que quieren hacer el resto de su vida y yo no tengo idea. No me imagino ni siquiera lo que voy a hacer mañana.
—Mañana vas a venir a la escuela y así sucesivamente hasta que nos graduemos y tengamos que ir a la universidad, y ahí tendremos que asistir a clases de lunes a viernes hasta tener una nueva graduación, y entonces tendremos que buscar trabajo y trabajaremos de lunes a viernes hasta que muramos —Me deprimo de tan solo escucharme. Con razón Gabriel se ve miserable—. Siendo así la vida, no creo que debas tener tanta prisa por crecer. Ya encontrarás un sueño que perseguir y, sobre todo, ya tendrás sexo.
—¿Cómo estás tan segura? —Gabriel deja de caminar y me jala del brazo para que me detenga junto a él.
—Porque son cosas que pasan, Gabriel, y no creo que podamos controlar cuándo y con quién suceden, o cuándo y cómo elegimos qué sueños perseguir o qué pasiones dejar en el olvido.
Los ojos de Gabriel me miran con sospecha.
Heme aquí, delante de mi mejor amigo, hablando con toda la madurez que me han dado mis diecisiete años de vida en esta tierra como si yo no hubiera tenido una crisis como la suya cuando, en realidad, tuve más de una y siempre las callé. No fue sino hasta que entendí nuestra insignificancia que decidí dejarme llevar por las aguas. Y vaya que eso me ha metido en más que un problema.
Como en este, por ejemplo.
—¿Tú ya tuviste sexo, Cristina? —Pregunta sin anestesia.
—¿Eso es todo lo que entendiste de mi discurso? —Mi incredulidad corre libremente junto al aire matutino.
U.U