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Somos virus anónimos que ni los mejores antibióticos podrán erradicar, porque penetraremos en tu cabeza y nos haremos con el control total de tus pensamientos.

Hay historias que llegan al alma y almas que poseen historias. Así lo hicieron y así lo hemos, que si hubo una generación del 98 y también existió una del 27, ¿por qué íbamos a ser nosotros menos?

La literatura murió cuando alguien dijo que cualquiera podía escribir un libro. Un libro es una obra de arte, y si no todo el mundo es capaz de hacer un Picasso o igualar a Mozart, ¿por qué debe ser menos la literatura? Si no consigues imitar a Victor Hugo, tal vez tendrías que regresar a tu laboratorio, doctor Frankenstein,

A lo largo de la historia, hemos podido disfrutar de la poesía de Safo, del teatro de Shakespeare, de la novela de Flaubert. Sin olvidar, faltaría más, ni la épica de Homero ni el ensayo de Maquiavelo. Bueno, pues parece que ya va siendo hora de que los grandes genios del siglo XXI comiencen a aparecer.

Quizá no lleguemos a convertirnos en personas tan célebres como ciertos científicos o actores. Sin embargo, ¿acaso eso debería apartarnos de nuestros destinos?
¿Qué más nos dan los premios y las adaptaciones cinematográficas? Y si no nos quieren traducir a otros idiomas, pues ya nos traduciremos nosotros mismos utilizando el Wordreference.

Demos una gran patada a todos esos clichés de Hollywood. No buscamos romantizar relaciones tóxicas. Tampoco es nuestro objetivo enrollar a una chica buena para nada con su guapísimo y rico jefe con posible complejo de Grey. Y mucho menos juntar a una adolescente sin amigos con el chico más popular del instituto.

Demostremos a las gentes de este siglo atontado que las ciencias no son lo único que vale. Que hay un mundo lleno de distopías y magia, amores eternos y detectives brillantes esperándolos.

Revivamos la literatura antes de que quienes jugan a los escritores le asesten su golpe mortal.

Nosotros somos el nuevo movimiento. El que faltaba. El 0,1%.