En mi ciudad natal, cuando alguien se permite el lujo de emitir juicios sin tener conocimiento del contexto, sin la más mínima comprensión del tema, o simplemente para aparentar, solemos llamarlos "polillas". Este término es especialmente apropiado, ya que estos individuos son, en su esencia, seres desagradables, atraídos inexorablemente por el brillo de aquellos a los que nunca podrán igualar en logros y valores. Al final del día, no son más que una plaga insignificante.