Herobrine se acerca con cuidado, rompiendo aquella distancia que había mantenido desde hace seis años. Para él, el tiempo siempre ha pasado con rapidez, pero paso con una abrumadora lentitud desde que se encontró a aquel niño en la nieve y su alfa no pudo evitar reclamar a aquel pequeño omega como suyo, pero aún debía esperar hasta hoy.
— Tú... —murmuró Steve, con los sentidos adormecidos por el celo.
—Steve —respondió de vuelta con una sonrisa que dejaba ver sus colmillos.
El alfa se sentó en la cama, fuera del nido del omega, aún seguía teniendo cuidado con los límites del joven, los omegas eran muy territoriales con estas cosas, volviéndose agresivos cuando alguien indeseado entraba en su nido o espacio. Sin embargo, Steve se mostró ansioso, sujetando el brazo de Herobrine para intentar acercarlo a él, lo que lo hizo sonreír, era bienvenido.
Se subió a la cama y luego se poso sobre el cuerpo del omega, era más grande que él y fácilmente lo cubría...
