Imaginé tus alas deslumbrantes, pero solo vi pequeños colmillos pletóricos de violencia, traté de observar tu aureola, pero solo se reflejaron tus espeluznantes garras esperando atacarme, traté de ver tu rostro repleto de luz y alegría, pero solo me sumergí en un abismo tétrico y angustiante.
Te ilustré e idalicé tanto, que no pude notar tu verdadero lado en realidad, y aunque distingo que yo no soy perfecto, puro o especial, imaginé que estaba en el cielo, pero en mi alrededor, solo existía fuego. Esas llamas de la verdad, que me demostraron, que quizá no creemos ese infierno perfecto, pero sí me orientó, para darme cuenta que lo que imaginé de ti, era erróneo.
No puedo asegurar que no pertenezca a ese fuego mortal, pero si lo hago, prefiero volverme cenizas, antes de que tú enciendas nuevamente la pasión.