no lo sé, quizás me extrañaste tanto que me podrías haber buscado en otro pero más barato. —tomó la muñeca de la contraria con su mano libre, rozó su nariz contra la delgada piel de su cuello dejando diminutos besos en el.— me encanta que me provoques, ángel. pero sabes que quien juega con fuego se puede quemar... ¿estás dispuesta a quemarte?