Después de un matrimonio fallido, una vida destruida, sueños truncados y un trabajo estable al cual renunció, lo mejor para Manuel José Elías fue refugiarse junto a sus dos hijos de una Exmujer tóxica en la casa de sus amigos y familiares. El pueblo que lo vio crecer.
Donde supo lo que era ser feliz.
Volvió a sus raíces.
Sintió que respiraba mientras iba en el taxi del aeropuerto a su pueblo natal, pero al llegar a la casa donde jugó de niño, quien abrió la puerta fue Patricia García, la mujer de la que había estado enamorado en su adolescencia.
¿Acaso era una broma?
¿Justo cando él llegaba con las maletas y el rabo entre las piernas?
Él se había marchado muchos años atrás de la ciudad para para experimentar lo bueno de la vida, ahora volvía con el rabo entre las piernas sin un trabajo, con una buena cuenta de banco con el suficiente dinero para poder sobrevivir por unos meses, pero necesitando un descanso y deseando pintar eso que tanto amaba, eso que tanto le gustaba, él nunca había tenido el valor de pedirle a Patricia salir, pero al parecer el destino le estaba dando una segunda oportunidad.
No obstante, Patricia parecía tener una vida hecha, y tal vez, deshecha, dos hijos y madre soltera, no estaba dispuesta a poner en peligro su independencia y hacerles daño a sus hijos otra vez con un hombre que pintaba bien pero que podía volverse un desalmado.
Manuel José Elías pensaba demostrarle que él no era igual que su primer esposo, aunque también tenía miedo de entregarse pues recién estaba saliendo de una relación tóxica.
¿Por qué tomarse las cosas de forma acelerada?
¿Por qué no respirar y tomarse las cosas con calma?
Manuel pensó que lo mejor era vivir el momento, aunque con eso lastimara el corazón de Patricia, pero salvará el de él.
Lo cierto es que no iba a desaprovechar nueva la oportunidad que la vida le brindaba de tener a Patricia para él.
Aunque luego se arrepintiera.