He dejado de visitar personas y decir que sí a salidas y reuniones por temor, a ya no saber cómo actuar, que decir, donde mirar, a no poner el ambiente incómodo… ese sentimiento de estar vacía sin nada que ofrecer ha ganado bastante terreno, constantemente extraño a la persona que solía ser y ya no logro hacer volver, esta persona de ahora que lucha todos los días por no quedarse en la cama, por tratar de no pensar tanto, por dejar de procrastinar, por convencerse de hacer algo productivo o al menos algo que le guste, descubriendo que al parecer nada me motiva, que mis pasiones se volvieron presiones y simplemente me muevo porque es lo que toca.
Sé que es una vaina personal que a nadie debería importarle porque cada quien tiene su propia tormenta mental y su propio proceso de superación, glow up o como gusten llamarlo, todo junto como pa’ también sumar rollos ajenos… Solo tal vez lo que quiero hacer saber es que, si alguien más está sintiéndose de la misma manera, no está solo.
Buscar ayuda no es sencillo, aceptar que la necesitas cuesta, y una vez la buscas es aún más jodido convencerse de que debes acudir más de una vez, porque constantemente vas a auto sabotearte priorizando otras cosas, todo antes que tú mismo, porque es molesto no haber llegado a un sitio y ya querer salir corriendo.
El otro motivo de aislarse es el temor de expresar algo sobre cómo te sientes y lo primero que te pregunten es “¿y qué estás haciendo para cambiarlo?”, porque uno siente que no lo está intentado lo suficiente o nada y resulta peor el remedio que la enfermedad, que lo que haces es solo distraerte con vainas que no son importantes y no te enfocas en lo que deberías… y está bien, no todos podrán comprender lo agotador que resulta intentar pensar en positivo y decir afirmaciones, manifestar lo bueno para uno, así que para evitarlo, uno se aparta, así no molestas ni te molestan.
A veces solo necesitamos un abrazo, o ni eso, solo la compañía en el silencio.