dear_oz

He escrito para mí.
          	Un sueño. Una historia. Un anhelo. Una simple idea.
          	Cada palabra, ha sido para mí y por mí.
          	He sido egoísta al escribir y he sido libre en consecuencia.
          	
          	Nunca he escrito mejor.
          	
          	. . .
          	
          	Hasta que escribí para ti.

dear_oz

Tal vez.
          
          No tengo nada.
          
          No doy nada.
          
          Si existe un todo aquí, es esto: nada. 
          
          Ni un adiós. 
          
          Ni un abrazo.
          
          No puedo esperar a embriagarme esta noche.
          
          Y eso será todo por hoy (y los años que me quedan, si son suficientes para encontrar un algo, y ese algo, más fuerte que la nada presente).
          
          Tal vez.
          
          La despedida está cerca, pero no hay nada a lo que desee decir adiós.

dear_oz

El ser humano está programado para odiar su trabajo. Aquel que no lo odia, lo soporta; y aquel que no tiene que soportar y halla pasión, es una pequeña, extraña y afortunada variable que no tuve la suerte de ser (sin embargo, ¿lo sería, si quisiera?, ¿si la vida me alcanza para encontrar las letras que sostengan mi castillo del cielo abandonado en la condena de la rutinaria vida adulta?, el agobio me ahoga al despertar y entro a la ducha para otro día); lo que trato de decir en esta expresión ególatra donde sólo uno palabras bonitas, es simple: a quién se le ha ocurrido hacerme un ser humano, los humanos trabajan y los gatos sólo son gatos; ojalá haber sido uno de ellos.

dear_oz

Quisiera poder contarle a alguien lo que siento y lo que soy; éste irremediable deseo de muerte y ésta rabia vuelta carne y huesos. Quisiera poder decir: "cada día pienso que será mi último día" y "odio tanto que no recuerdo cómo sentir fragilidad", quisiera poder gritar y quisiera poder llorar y odiar todo lo que odio y amar las pequeñas cosas que puedo amar. Quisiera hablar y quisiera que recuerde. Quisiera que alguien me mire, sólo una vez, y sepa que odio deseando no odiar, y que muero esperando vivir al final del mes. Quisiera que esto no sea suficiente para hacerle correr. Quisiera que mire mi odio y mire mi valor, y lo único que haga, sea abrazarme porque me ve. 

dear_oz

Hasta para agotarme de vivir me siento muy agotada.
          
          Veintiséis años de ruido y cansancio, en un mes serán veintisiete, y me asfixia la realidad de que puedan ser más. Tal vez, ésa es la razón por la que las confesiones no escapan de mis labios y sólo inicio relaciones que sé que terminarán. Quizá, es la razón por la que digo a mis padres que los amo y absorbo todas las historias posibles que pueda hallar. Pues vivo cada día como si la muerte me esperara al final (y lo deseo, lo deseo, lo deseo), vivo cada día muriendo y es agotador y es todo lo que puedo dar.
          
          Pronto, veintisiete años.
          
          Y no tengo idea alguna de por qué debo seguir.

dear_oz

Y qué, si un día, no escribo más. Qué se hace, en un momento de sequía donde las palabras marchitan antes de brotar y no hay suficiente agua para regar aquellas ya existentes, qué hay de los frutos que se pudren o de las semillas colocadas en la tierra y olvidadas allí, qué sucede si no puedo escucharlas más, sentirlas, crearlas, y todo lo que pueden ser, es esto, un susurro en una habitación, un "qué pasaría si..." únicamente real en futuros imaginados durante la procrastinación, no en papel ni en tinta, no en el presente, qué hay entonces, si mis letras son sólo un vacío más que veré desmoronarse en la constante nada de lo que sea que es esto, esta vida, que sólo se sostiene de palabras flotantes esperando ser una historia.
          
          Pero qué hay, si no existen ahora, y nunca existirán.

dear_oz

Me están matando. Han decidido mi muerte desde el día en que nací, con esas manos disfrazadas de nido metiéndose a mi boca para ahogarme de leche y excremento, porque de eso se trata su refugio: mierda en sus cosechas, y al ser yo la siembra, mi destino reside en la misma porquería.
          
          Lo saben, pero fingen no saberlo. Yo no he podido fingir hasta engañarme. Aprendí a fingir a secas. Sonrisa, compañía y amor. No tengo eso. Sólo tengo deber y culpa, acompañadas por una malsana necesidad de integración que nadie me ofrece. Soy parte sin ser parte. Es así en el nido, es así en el cielo. Por eso estoy muriendo.
          
          No sé volar fuera de la mierda. Sé que, el día que lo intente al confundir mi cobardía de valor, veré lo que ellos siempre han visto: yo debo morir, cual cría indeseada e intrusa en la camada milagrosamente sana (a sus términos), porque nací débil.

dear_oz

Agosto me ha parecido una película sin fin.
          
          Un carrusel estático del que me he negado a bajar debido a la incertidumbre (he esperado tanto, ¿por qué no avanza?, ¿por qué no me lleva?, ¿por qué no gira conmigo y me muestra las vistas que nos faltan?) y el terror de pisar un terreno que me resulta desconocido, tan nuevo y tan riesgoso (me aferré al carrusel de agosto para no tener que exponer tiempo, vida y corazón en montañas rusas que paralizan o casas embrujadas que asustan). 
          
          Agosto ha sido una feria abandonada de cuatro años.
          Una huida inamovible, un escondite seguro, donde conozco el dolor de la desesperanza y el vacío de mirar cómo todo se va, mientras yo me sujeto.
          
          Pero, hoy, Agosto terminará.
          
          Mañana, espero lo haga también.
          
          Anhelo el otoño. Me refugiaré en el invierno. Sonreiré en la primavera.
          
          El siguiente año, el carrusel seguirá ahí y lo miraré desde fuera, donde el Agosto dejará de ser eterno y mi espera no echará más raíces que el verano matará con su calor. Suficiente. Gracias. Adiós.