Tengo un problema grave, y es que soy un anacronismo. Debí nacer en muchas épocas pero, para bien o para mal, me tocó en esta. Tal vez podría haber sido una bailarina rusa del siglo XIX, una dama japonesa del periodo Edo o una escriba andalusí. Pero, de haberme dejado elegir, es posible que hubiese recorrido la Ruta de la Seda entera, para después dedicarme a tomar el té y fumar en pipa mirando la noche estrellada, pensando en lo peligroso y enigmático del continente asiático. El mundo está lleno de misterios. Es una lástima y una bendición no tener el poder para desvelarlos todos.