Era una noche relativamente tranquila, ambos habían quedado de verse en un bar de la zona, solo para charlar, quizás. Isaac disfrutaba demasiado las charlas con ellas, a veces era difícil encontrar personas con las que hablar de sus intereses y Namii parecía ser la compañía perfecta. Apreciaba la forma de hablar y el intelecto, pero también, le gustaba apreciar su belleza femenina aunque sabía que debajo de esa piel, había más. Cuando entró al bar, había música para ambientar y las características luces tenues distribuidas por el lugar, dando un aura más íntima y tranquila, todos ocupados en sus asuntos. Hasta que por fin la divisó, sentada en uno de los bancos frente a la barra. Sin más dilación, se acercó por detrás, posando una mano de forma familiar en su espalda baja, como casi siempre hacia, e inclinándose hacia ella. —Lo siento, ¿llevabas mucho esperando? —Preguntó directamente cerca de su oído, con la excusa del volumen de la música, aprovechando para inhalar ese aroma dulzón, a fresas, que le gustaba, para luego deslizarse lentamente al sitio junto a ella.