CAPÍTULO 18

5.5K 320 480
                                    

Natasha

Tenía miedo de agachar la cabeza y mirar al suelo. Era demasiado pronto, todavía faltaban casi siete semanas. No podía estar de parto. El líquido mojó mi pies y yo me estremecí. ¿Cómo me podía estar pasando esto?

Traté de respirar hondo al comprobar que empezaba a faltarme el aire y conté hasta tres. Después miré hacía abajo y todas mis sospechas se confirmaron. Un líquido semitransparente encharcaba el suelo y me empapaba las piernas. Se había roto la fuente.

―Joder, joder, joder... Esto no me puede estar pasando.

Me aparté del líquido y me apoyé contra la encimera intentando controlar un creciente ataque de ansiedad. Me concentré en mi respiración, en coger aire por la nariz y expulsarlo por la boca, una y otra vez hasta que pude dejar de temblar.

Estaba de parto.

―F.R.I.D.A.Y...

―¿Sí, agente Romanoff?

Me temblaba la voz.

―¿Puedes contactar con Steve?

―Ahora mismo, agente Romanoff.

Volví a mirar el líquido del suelo y tiré un paño sobre el charco, aunque sentía cómo seguía goteando por mis piernas. ¿Eso era normal? Dios mío, por qué no me había informado sobre el parto. ¡Tendría que haberlo hecho! No sabía nada.

―Lo siento, agente Romanoff, pero no consigo contactar con el Capitán Rogers.

―¿Y con Sam? ¿James?

―Lo siento, pero están fuera de línea.

―Mierda. Maldita sea.

Yo necesitaba a Steve.

―¿Se encuentra bien, agente Romanoff?

Me pasé una mano por el pelo, apartándomelo de la cara.

―Llama a Tony.

―Ahora mismo.

Él estaba mucho más cerca que Clint. A quien por supuesto también iba a llamar. Necesitaba a Laura.

Escuché el característico pitido de la llamada por los altavoces de la cocina y al tercer timbrazo Tony contesto.

―¿Ya me estáis echando de menos?

Su voz me alivió. No supe por qué, pero lo hizo.

―Tony...

―¿Nat? No me esperaba una llamada tuya.

―He roto aguas.

Se escuchó un silencio sepulcral al otro lado de la línea.

―¿Tony?

―¿Qué acabas de decir?

―Que estoy de parto.

―Pero... ¡faltan siete semanas!

―¡Ya lo sé! ―mi voz sonó un tanto desesperada.

―¿Qué pasa, cariño? ―escuché la voz de Pepper de fondo.

―Natasha ha roto aguas.

―¿Qué?

―¡Lo que oyes! ¡Y esta sola!

―Trae, solo vas a ponerla más nerviosa ―sonó un ruido―. ¿Nat?

―Hola, Pepper.

Abre los ojos - RomanogersWhere stories live. Discover now