doce

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La cena en Derby's Mannor había resultado todo un éxito. Temperance se había esmerado en ofrecerles una deliciosa selección de platos, y Honoria, como anfitriona de la casa, había dispuesto la mesa de modo tal que nadie se viera aburrido de su acompañante durante la jornada.

Habían asistido los habitantes de la casa: el Conde de Derby, el Barón de Penshurt y sus respectivas esposas, así como Lady Charlotte, una debutante muy bella y parlanchina, hermana del Barón. La joven se hallaba bajo el patrocinio de Temperance en su primera temporada social, y gozaba de refinadas maneras y rasgos de elegancia clásica, aunque el aire distendido y confiado que emanaba su hermano mayor, también era apreciable en la joven de cabello negro como el ébano.
Así también, concurrieron los invitados de honor: El duque de Hamilton y su prometida, junto a la tía de ésta.

James había pasado por ellas a la hora acordada. Vestía un frac negro impecable, y durante el recorrido hasta Mayflower Street, se dedicó a explicarles a las damas el quién-es-quién de la reunión con ánimo distendido.

Para Prudence resultó un alivio conocer los nombres de los demás asistentes: A Lord Derby apenas le conocía de nombre y de haber compartido uno que otro baile la temporada anterior, pero a su esposa, Lady Honoria, la conocía con mayor cercanía. No es que fuesen amigas, pero habiendo participado ambas en el mercado matrimonial la temporada pasada, en más de una ocasión habían compartido limonadas bajo la sombra de un roble durante alguna fiesta de jardín, o intercambiado opiniones en algún atiborrado salón de baile sobre uno u otro caballero. Y por supuesto, a Lord Penshurt lo había conocido también la temporada pasada. Habían bailado en más de una ocasión, y aunque nunca llegase a intentar cortejarla, ya que en ese entonces sus atenciones estaban dedicadas a otra dama- James apenas podía creer, cuando Prudence se lo comentó, que el Barón había mostrado inclinación por Lady Honoria la temporada anterior- no podía decirse que había sido completamente inmune a sus encantos.

-Es un hombre realmente encantador- afirmó ella, con una sonrisa pícara- Aunque creo que nunca fui de su interés...

-Seguramente, por el anuncio que había hecho tu padre, de prohibir tu matrimonio hasta el de Lidia- comentó James, con una reprobatoria ceja en alto.

-¿Acaso buscaba una esposa?- se burló Prudence, divertida.

-Una esposa, una dote...- comentó James desviando la mirada.- Para algunos caballeros viene a ser lo mismo...

-¡James!- le reprendió divertida.

La faceta de cotilla de su prometido resultaba de lo más agradable, pero con Letice en el carruaje entre ellos, debía guardar las apariencias.

A pesar de los temores que había sentido durante el día, la sobrina del duque la recibió con agrado y amabilidad. Parecía una de aquellas mujeres de las que resultase imposible pensar que pudiese actuar de una forma mezquina o desagradable. Le dio la bienvenida dulcemente y parecía verdaderamente encantada con la noticia del compromiso.

A Prudence no le sorprendió para nada que el Barón de Penshurt, de quien tanto se había hablado en los salones de baile que gozaba de gran atractivo y que había acabado atado a una dama "sin ton ni son", mostrase tal nivel de devoción por ella. Si bien, Honoria o incluso Charlotte ganaban en belleza y presencia, la dulce Temperance parecía capaz de derretir al más frío de los glaciares, apenas con una sonrisa.

A Prudence nunca la habían acogido tan bien en una casa. Incluso, cuando acabó la cena y las damas abandonaron el comedor para dar a los hombres su tiempo de fumar, las tres mujeres, más distendidas y animadas, la hicieron parte del grupo de inmediato, cuidando de ponerla al tanto de lo ocurrido en Londres durante su ausencia.

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