La Caja [kiribaku]

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-¿qué quieres que le haga? Sero me dio esto.

-¡pero ya te dije que no había espacio en el piso!

-¿¡quieres que la encoja a caso!?

-¿¡y yo qué sé!?

Por la madre, Bakugo iba a matarlo.

Navidad.

Dulce y bonita Navidad.

Serían poco más de las tres de la tarde y kirshima se tenía que apresurar a preparar su regalo para antes de las seis, cuando Katsuki llegaría.

El rubio le había dejado muy claro que no quería regalos, que la tarde libre que el pelirrojo se pidió expresamente en el trabajo para pasar juntos era todo lo que quería, que navidad no solo eran regalos y fiesta, sino estar con quien quieres. Pero Eijirou sabía perfectamente que Katsuki llevaba dos semanas con un regalo para él envuelto en papel crepé color rojo con una cinta dorada, escondido al final del cajón de los calcetines, en una caja, detrás de dos camisas negras.

Para nada se la pasó rebuscando.

Mentira, era una sucia cotilla. Más tarde se haría el sorprendido al ver su precioso regalo.

El caso era, que sabiendo aquello no podía presentarse en Navidad con las manos vacías y tenía la idea perfecta.

Hacia relativamente un año que se mudaron a vivir juntos y a veces el piso se les quedaba demasiado grande para ellos solos -cosa absurda teniendo en cuenta la ridiculez de piso que se podían permitir alquilar- necesitaban un poco de alegría allí y por casualidad la perra de un primo de Sero crió, dándole a Kirishima el regalo perfecto para su novio.

Un perrito.

Kirishima soñaba desde la semana pasada en aparecer frente a su querido noviecito, con una caja de cartón agujereada por los laterales. Bakugo frunciría el ceño -porque siempre lo hace- luego se acercaría y de la caja saldría un pequeño cachorrito peludo y juguetón, que les lamería la cara a ambos mientras se abrazaban y reían.

Pero Mina lo hizo aterrizar de su mundo de sueños, cuando llamó al timbre, subió las escaleras y dejó en la entrada una caja de cartón abierta de la cual salió un perrito.

Claro él se esperaba un bicho pequeño, tierno, del tamaño de un llavero, no un maldito bicho negro enorme que se lanzó sobre él en cuanto lo vio.

Un maldito doverman.

Y vale, que aún no era tan grande, porque a penas tenía tres semanas de edad, pero Kirishima sabía cómo de grande se hacían esos perros y también sabía que Bakugo iba a echarlo de casa por aquel regalito.

-¡Mina, va a matarme!- se lamentó con las manos en la cabeza, tirando tanto de sus cabellos que pronto se quedaría calvo.

-vamos kiri, no exageres- la muchacha se cruzó de brazos con expresión de calma, observando como el animalito empezaba a pelearse con la caja de cartón en donde vino -solo es un perro, tampoco es para tanto.

-¡pero Bakugo me dijo muchas veces que no quería animales en casa porque es una gran responsabilidad!

-¿¡entonces porqué mierdas le reglas un perro!?

-¡ay no sé!

Eijirou tenía aquella pequeña manía de tomarse a reto todo lo que su novio le decía, por desgracia esta vez salió mal la jugada.

Un conjunto de lencería sexy habría sido mejor recibimiento, a veces Kaminari tenia las mejores ideas.

—da igual Mina, ya veré qué hago...—suspiró —esperemos que sea un animalito encantador y que su cara de bueno lo seduzca, al final es como yo me gané su corazón...

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