XLVI

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Theodore

Hacía frío...
Mucho frío.
Entreabrí los ojos y me pareció ver a mi madre a los pies de mi cama.
Mamá...
Duele mucho, madre...
Empecé a llamarla con desesperación hasta que sentí una suave mano posarse en mi frente con mimo.
Era muy poco conciente de lo que sucedía hasta que esas mismas manos volvieron a mí y las sentía como si miles de mariposas revolotearan a mí alrededor.
La brisa me hizo estremecer aún más que el toque de esas suaves manos y entonces supe a quien le pertenecían.
Hermione...
Sentí a Granger tirar de mí y ponerme de pie.
A duras penas la seguí.
_Theo, necesito que me ayudes a sumergirte en el agua. ¿Puedes hacerlo?
Asentí tiritando.
Un baño con agua tibia tal vez ayudaría a que este malestar pasara rápido.
Poco a poco empecé a sentarme apoyándome en ella
_f-fría...
Fría era poco.
El agua estaba helada
_va a pasar, lo prometo
Los dientes me castañeaban.
Por los calzones de Godric. Voy a morir congelado aquí....
Granger empezó a lavar mi rostro con el agua fría.
Poco a poco ese malestar empezó a pasar.
Empezaba a relajarme.
Hasta sentí que podría dormirme aquí mismo.
_Theo... ¿Dónde está el diario del que hablaste?
No muy conciente le indiqué dónde buscar.
La ví revisar con avidez todo el diario.
Intuía lo que buscaba.
_no encontrarás nada para una fiebre ahí, son solo cosas sobre el obscurus
_¿Y cómo se yo que ese bicho no tiene nada que ver con lo que te pasa?
Ella no tiene por qué saberlo pero prácticamente estamos muriendo gracias al hechizo.
Vi que siguió hojeando el diario de mi madre hasta que llegó a acoplamiento de obscurus gemelos.
Ella podría horrorizarse e incluso negarse a lo que seguía por hacer.
O tal vez lo haría solo por obligación.
Nuestros corazones debían desearlo o no tendría ningún efecto.
_no querrás que pesque un resfriado además de la fiebre ¿No?
Debía desviar su atención.
_veo que estás mejor
_nada que buenos cuidados no puedan hacer
Me dió una mirada sospechosa.
No hice más que sonreírle con toda la inocencia posible.
_vamos, suelta el diario y sacame de aquí. Me estoy arrugando como una pasa
Ví una sonrisa pintando sus facciones y luego la preocupación la hizo actuar.
Me ayudó a incorporarme, estaba totalmente empapado y también estaba mojandola a ella.
La sentí temblar, así que busqué su mirada.
Ví en sus ojos el deseo y la lujuria.
También vi sus dudas y todo ese valor moral que caracteriza a los Gryffindor.
Podía entenderla.
Pensaría que se estaba aprovechando.
Movió su cabeza como quitándose una imágen mental.
La tentación se hizo demasido grande al tener tan cerca sus labios de miel.
No resistimos más y simplemente nuestros labios actuaron por nosotros.
Un choque eléctrico me recorrió entero.
De esto hablaba el diario de mi madre.
El reconocimiento de los obscurus nublaría mis sentidos.
Era como si me hubiera bebido una poción revitalizante. Sus formas pegadas a mí pecho no hizo más que disparar por los cielos mi deseo.
Como si fuera un depredador la encerré entre mi cuerpo y la cama.
Todo parecía instintivo.
Nuestras caderas empezaron a rozarse.
Sus movimientos no hicieron más que estimularme y en menos de lo que creí estaba malditamente duro.
Ví en sus ojos buscado algún resquicio de duda que me hiciera parar.
Pero lo que me encontré fue una resolución digna de la casa a la que pertenece.
Empecé a besar su cuello mientras iba razgando el vestido.
En cuando las yemas de mis dedos rozaron su tibia piel, esa corriente volvió a recorrerme y por lo que pude ver, a ella también.
Toqué, besé y apreté cada parte que iba descubriendo.
Sus pezones eran dos botones rosas e increíblemente sensibles.
Su piel ardía bajo mi toque.
Quité sus bragas con cuidado.
Su cuerpo se tensó.
Decidí volver a sus labios.
Debía ser perfecto para ella.
Me acomodé entre sus piernas.
Empecé a mover las caderas como si realmente la estuviera penetrando.
Mi ropa interior empapaba su centro.
La escuché jadear ante el movimiento un tanto invasor entre sus piernas.
Los suspiros cargados de deseo se escapaban deliciosamente de sus sonrojados labios.
Con un último beso empecé a quitarme la ropa interior y empecé a estimular el pequeño pero hinchado botón de piel entre sus piernas que hizo que sus jadeos y gemidos subieran algunos decibeles.
_Theo... Mi Dios, Theo...
Quería volver a escucharla llamarme así.
Pero por Merlín, esto empezaba a doler.
No aguanté más.
Poco a poco fui acomodándome sobre ella y a apoderarme de sus labios otra vez.
Abrí sus piernas para mí y otra vez volví a adueñarme de ese pequeño botón de piel.
En medio de la desesperación que empezaba a formarse en ella me introduje sin previo aviso, arrancándole un grito.
Estaba completamente enterrado en ella y se sentía jodidamente apretado.
Sus uñas se habían clavado como garras a mis hombros.
_duele...
Oh mierda...
La había lastimado.
Cerré los ojos con culpabilidad.
En cuanto empecé a moverme para salir de su interior, sus piernas se enlazaron en mi cadera impidiendome hacerlo.
_Hermione...
_quiero hacerlo... Te necesito
Sus ojos se brillaron en un precioso dorado.
_¿Estás segura?
Su interior me apretó deliciosamente.
_joder...
_muevete ahora, Theo
No esperé a que lo repitiera.
Como si de un sediento en medio de un manantial se tratase, me avalancé hacia ella.
Empecé a moverme en su interior mientras tomaba sus muñecas sobre las almohadas.
Con toda la fuerza que tenía, me empuje en ella hasta que me volví frenético.
Sus brazos se aferraron a mi espalda.
Su voz transfigurada en placer llenaba mis oídos y hacían mis movimientos más rápidos.
_T-theo... Oh, Theo
Gruñí en respuesta.
Me sentía incapaz de responderle algo coherente.
Llegó un momento en el que sentí dolor en el pecho y bajé la vista hasta ahí.
El centro de mi caja toráxica estaba ennegrecida.
No podía ser.
¡¿Otro episodio?!
_Theo... Duele...
Mierda...
Bajé la vista hasta ella y me encontré con algo parecido.
El centro de su pecho estaba ennegrecido.
Sus venas empezaban a marcarse y sus ojos estaban oscuros.
Aún sumergido en ella sentí que ardía en llamas y algo me instaba a moverme.
Hice lo que mi instinto me dicataba.
Viendo sus ojos oscuros, seguí entrando en ella hasta que ya no pude más y como si de una explosión se tratase, toda la oscuridad entre nosotros se desvaneció.
Solo quedaron nuestros cuerpos laxos y desnudos.
Con la respiración frenética.
Totalmente exhausto caí en su pecho, sintiéndome malditamente culpable.
_lo siento, Mione. Te lastimé...
_no lo hiciste... Me liberaste

QUEENWhere stories live. Discover now