07

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—¡Dale Sunarin, tú puedes! —El de cabellos grisáceos rió por el apodo que le había inventado—. ¿Enserio te gusta la gente curiosa? Yo soy muy curioso, me gusta aprender —sonreí—. Nah, no soy el más inteligente, estoy dentro del promedio.

—¿Sunarin? —Rió suspirando el pintor—. Perdón, me aburro rápido a veces al pintar —Volvió a continuar con sus trazos delicados—. Que bueno que seas curioso, entonces me caes bien ya —Rió levemente—. Oh.. bueno, si estás en el promedio está bien también —Sonrió.

—Sii, ¿te gusta el apodoo? —Sonrió amplio—. Tú también me caes muy bien. ¿Cómo vas? ¿Es fácil pintar en mi espalda? —Preguntó, apoyándose sobre sus codos.

—Sí, Sunarin me gusta —Sonrió levemente—. Voy bien... pero no te muevas mucho, así es más difícil —Suspiró con una pequeña sonrisa—. No te apoyes en los codos, necesito la espalda entera tumbada —Agarró el pincel con la boca y le obligó a tumbar todo su cuerpo nuevamente.

—Ay perdón... —Murmuró volviéndose a tumbar—. Cuando quieras tomar un descanse avísame, no es bueno que te sobre-esfuerces...

—Tranquilo... no suelo tomar descansos al pintar, no me gusta dejar a medias mi trabajo —Suspiró, volviendo a pintar. Rin se acercó más a su espalda, haciendo que su respiración chocase con su piel—. Hay detalles finos, las nubes —Murmuró, tomando blanco y haciendo la forma; dando pequeños toques a su piel.

—Bueno, lo decía por las dudas... —Susurró Miya. Su piel se erizó al sentir el calor de la respiración del otro, provocando que respirara hondo.

—Tranquilo... si te incomodo u algo me avisas —Murmuró Suna. Su respiración chocaba con la piel de Miya a causa de la cercanía—. Creo que las nubes ya están... —Susurró, alejándose levemente. Se sentó bien sobre su trasero y suspiró, apoyando las manos en su cintura; donde no había pintura—. Creo que esto va bien.. aunque queda bastante aún por terminar —Hizo una mueca, acariciando inconscientemente la piel de Miya.

—No... estoy bien —El Miya menor aclaró su garganta, moviéndose pero no tanto para no correr la pintura—. Bien, seguro vas bien... —Murmuró mordiendo su labio por sus manos en la cintura, y todo su cuerpo haciendo peso en su trasero.

—Bien —Suspiró sonriendo—. Sí, cuando avance un poco más te muestro y opinas —El castaño se quedó observando su espalda, analizando el qué debería añadir ahora—. Quedaría añadir unas luces por aquí —Murmuró tocando con las yemas de sus dedos una zona de su espalda la cual no había manchado aún.

—Dale... —Tragó saliva a su tacto. Su corazón iba tan rápido que juraba que chocaría contra sus propias costillas. Desde que lo había visto en la biblioteca le había parecido muy lindo, pero no más que eso, tampoco se animaba a coquetear ya que no sabía su sexualidad.

Rintarou sonrió al notar el nerviosismo que Osamu se cargaba encima. Se acercó a su oído, sonriendo aún.

— No debes ponerte nervioso, ¿sabes? —Susurró, sonriendo leve. Se volvió a enderezar y se estiró, suspirando. Agarró el pincel de nuevo y siguió con la pintura.

Osamu suspiró pesado, cerrando sus ojos por completo.

—No estoy nervioso... —Relajó todo su cuerpo—. Solo que... —Relamió sus labios—, normalmente no viene alguien a tu casa a pintarte la espalda, ¿sabes? —Rió bajo, aún con un manojo de nervios recorriendo su estómago—. Dios... Murmuró hundiendo su rostro en la almohada.

—Lo sé, lo sé... —Suna rió leve—. Es culpa de tu hermano que me tengas que soportar aquí, pintando tu espalda —Sonrió. Sabía perfectamente que Osamu estaba nervioso, podía notarse en sus gestos, en cómo su respiración era agitada en ciertas ocasiones y más factores—. Oye... me ha dado hambre —Rió el chico con la carrera de bellas artes.

lienzo  #  osasuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora