13. Floreciendo

1.4K 242 88
                                    

SAN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SAN

—¿Te dijo por qué? —pregunté con un nudo en la garganta.

Lia negó cabizbaja. Sentí un dolor extendiéndose por mi pecho, mis ojos se ponían llorosos y apreté mis labios. Una de las cosas más preciadas en mi vida había decidido alejarse de mí y yo no entendía el porqué. Mis sospechas fueron ciertas, SeongHwa estaba cambiado y sin razón aparente, al menos así era para mí.

—No lo entiendo —dije entre dientes—. ¿Por qué no habló conmigo?

—No me quiso decir, solo se alejó.

Con las manos temblorosas sequé una lágrima. Estaba perdiendo a mi mejor amigo, a aquella persona que consideraba como familia y ni siquiera me lo dijo a mí.

—Necesito hablar con él —dije decido. Esto no se puede quedar así, al menos necesito una explicación.

—Hoy tenemos clase hasta las tres de la tarde, puedes esperarlo, me aseguraré de detenerlo.

—Lo haré —exhalé preocupado.

Lia me sonrió y se acercó para darme un beso rápido en los labios. Antes de que se alejara, tomé sus mejillas y profundicé el beso. Había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que nos besamos sin contratiempos.

—¿Y ya decidiste que taller tomarás? —preguntó una vez nos separamos—. Durante las vacaciones.

—Lenguaje de señas.

Solté una risa al ver la expresión de Lia como si no creyera lo que le acababa de decir.

—¿Y esa expresión? ¿Tan malo lo haré? —interrogué con burla. Ella frunció la nariz.

—No es eso. Es solo que es lo que menos esperaba —se encogió de hombros—. ¿Puedo saber por qué ese taller?

—Un chico me lo recomendó —sonreí al recordarlo—. Me dijo que no hay mucha gente que lo sepa, es algo importante.

—Vaya —sonrió orgullosa—. Me pregunto qué tan agradable será ese chico como para convencerte de tomar un curso así.

Un chico increíble.

—Un chico gracioso. Gracias a que lo conocí, las terapias son agradables.

—Ya veo. ¿Cómo se llama?

Un cosquilleo en mi estómago provocó cierta risa nerviosa. Recordar a Melquíades era obligatoriamente, llevar a cabo una pelea a garras con mi gato interior. No entiendo porqué ni cómo, pero cada vez que él aparecía en mi cabeza, no llegaba de forma tranquila, sino de forma alocada, revolviendo mis ideas y creando ese extraño sentimiento en mí. Un sentimiento al cual no conseguía ponerle nombre aún, porque era diferente.

—¿San?

—¿Uh?

—Te pregunté su nombre —rio—. No me digas que te olvidaste de cómo se llama.

Línea de Meta - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora