Capítulo 3

244 34 17
                                    

Dios, sabía que él había escrito sobre ello. Más de una vez. Y al escribirlo, imaginó cómo sería sentirlo, creyó saber qué emociones provocaba. Pero en ese momento se dio cuenta de que ni siquiera había estado cerca.

Obviamente no había modo de que hubiera sabido qué se sentía teniendo entre sus brazos a un bebé recién nacido.

Cuando la enfermera le dio al diminuto ser llorón, fue como sujetar un pedazo de futuro en sus brazos. O quizás más, como tener en sus manos una estrella que hubiera caído del cielo.

Era todo eso y mucho más. Tanto que no podía ni empezar a describirlo. No encontraba palabras.

Y el bebé ni siquiera era suyo.

Pero también durante ese breve momento podía fingir que lo era. Fingir y creer que Ian era realmente su hijo. Suyo y de Manuel. Valentín miró a Manuel. Sus ojos se encontraron. Apenas tuvieron tiempo de llegar a la sala de partos antes de que todo el proceso finalizara.

Tiempo después de que él se hubiera cambiado, Valentín tenía al hijo de Manuel en sus brazos.

Ni siquiera había tenido que animar y asistir a Manuel. Fue un alivio para él y especialmente para Manuel. La idea de que Manuel hubiera tenido que soportar mucho más rato semejante nivel de dolor le resultaba muy desagradable.

El bebé se retorció entre sus brazos. Valentín miró su rostro pequeño y arrugado.

—Se parece a mi abuelo —comentó riéndose.

—No tanto. Y crecerá muy deprisa —dijo Sheila sonrió quitándose la mascarilla. Los últimos partos que había asistido habían sido largos y difíciles. Era un alivio encontrarse con algo distinto.

—Yo diría que éste ha sido uno de los nacimientos más rápidos que he atendido —le dijo a Manuel—. Creo que has podido establecer un récord —apretó su mano—. Lo has hecho muy bien, Manuel. Sólo espero que mi parto vaya tan bien como el tuyo.

Sheila no añadió que su mayor esperanza era que el padre de su bebé estuviera a su lado como había hecho Valentín. Pero era una mujer práctica y sabía que ese sueño iba más allá, y era realmente una fantasía. Se levantó. Ella se había metido en esa situación con los ojos muy abiertos y sería una madre soltera más.

Miró a Valentín. La enfermera a su lado esperaba paciente. Realmente se le veía orgulloso. Sheila se le acercó.

—Creo que tenemos que llevarnos a este hombrecito y acicalarle para que esté presentable.

Manuel extendió la mano para tocar su piececito.

—No te preocupes —le dijo Sheila—, en seguida estará contigo.

Manuel sólo asintió con la cabeza. Estaba demasiado cansado y emocionado para decir nada. Demasiadas emociones recorrían su cuerpo, y chocaban unas con otras. Tenía un hijo.

Y más que eso, había tenido la oportunidad de ver a Valentín abrazar a su hijo. Nunca pensó que eso sucedería. Manuel tenía los ojos húmedos y no sabía si eran lágrimas o sudor. Pero sabía que estaba a punto de derrumbarse y dejarse llevar por la emoción.

—Es tan pequeño —murmuró Valentín, dándoselo a la enfermera.

Sheila. Miró el reloj en la pared. Eran casi las dos.

—Bueno, aún tengo que ver a algunas embarazadas. Manuel, esta noche vendré a verte —le prometió.

Sheila desapareció y Valentín abrió la puerta para que una enfermera sacara la cama de Manuel. Valentín estaba realmente incómodo. Fue caminando junto a la cama que la enfermera llevaba a la sala de recuperación. Quería sujetar la mano de Manuel, tener algún lazo con él en ese momento maravilloso, pero se controló. Ese momento no era suyo. Pertenecía a otro hombre.

No digas adiós (WOSPLIK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora