FINAL.

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La luz del amanecer entró despacio por las ranuras de las persianas, iluminando todo lo que tocaba. Valentín abrió los ojos. No estaba desorientado. Sabía exactamente dónde estaba.

Exactamente donde quería estar. Y exactamente donde quería estar el resto de su vida.

Despertándose junto a Manuel.

Manuel estaba acurrucado a su lado, con una mano sobre su pecho. Valentín pensaba en lo que había estado a punto de perder,y se le helaba la sangre. Pero no lo había perdido. La noche anterior se lo había demostrado.

Hicieron el amor durante toda la noche, tomándose un descanso sólo para darle el biberón a Ian.

 Manuel murmuró algo dormido y se dio la vuelta.

Valentín se sentó despacio, con cuidado de no despertarlo. Manuel lo amaba. Estaba seguro. Y para el Manuel llenaba su alma, su imaginación... Todo...

Lo necesitaba. Tanto a él como al pequeño que dormía en la otra habitación que había entrado en su corazón.

Valentín se sentía vivo, renovado.

Las ideas empezaron a llenar su cabeza. Tendría que escribirlas antes de olvidarlas. Pensó en su ordenador, pero estaba en el piso de abajo. Y no le apetecía abandonar a Manuel.

Quizás Manuel tuviera algo en su mesita, un bolígrafo y papel. Abrió en silencio el cajón.

—Si.—murmuró.

Junto con lo que parecía un manual de instrucciones para el reloj digital, había un bolígrafo y dos lápices. Eso significaba que tendría que haber también algo donde escribir.Abrió más el cajón y empezó a buscar un cuaderno o una hoja. Sacó un montón de papeles bajo el manual y rápidamente empezó a buscar algo que pudiera usar.

Se detuvo cuando lo encontró.

No era un papel grande. Sólo un certificado. Pero hizo que a Valentín se le parara el corazón y empezara a latir de nuevo furioso y colérico. Ahí, en el lugar donde había que poner el nombre del otro padre, estaba su nombre; 

Valentín Oliva.

Él era el padre de Ian.

Valentín se quedó petrificado.

Y luego se volvió a molestar. 

Miró al castaño que dormía a su lado, por él que habría vendido su alma. Por él que se esforzó para remediar sus errores y el que a visto su parte más vulnerable y..le pagó mintiendole en la cara.

Lo primero que le había preguntado al volver a verlo había sido si el bebé era suyo. Y él le había dicho que no. Lo engaño. Y a pesar de no querer, en el fondo Valentín le creyó, y sin planearlo Ian se había metido en su corazón, lo adoraba, la primera ves que lo sostuvo en sus brazos fue único y especial, y eso que no sabía que era su hijo. 

Ian es su hijo.

Es su bebé. 

Resoplo controlando su furia, Valentín puso una mano en el hombro de Manuel y lo sacudió.

Manuel se despertó sobresaltado y se frotó los ojos.

—¿Qué ocurre? ¿Es Ian?

El tono de Valentín era bajo y peligroso.

—Sí, es el bebé.

Inmediatamente, Manuel empezó a levantarse. 

Valentín lo tomó del brazo y lo volvió a echar en la cama. Él lo miró, se tapó y supo que algo iba mal.

No digas adiós (WOSPLIK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora