Gringotts

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Rayen se despertó temprano aquella mañana. Aún cuando sabía que era día mantenía los ojos cerrados por puro placer, además el cosquilleo en su cuello la hacian permanecer en la cama, era lindo así que sacó la conclusión de que era la emocion por ver un poco más allá.

Toda la calma termino cuando se produjo un súbito golpeteo.

-Levántate, nos vamos en treinta minutos- la voz de su tía Narcissa la obligó a incorporarse, buscó por un minuto a Dobby al no encontrarlo supuso que se había ido.

Toc. Toc. Toc.

-Esta bien- alzó la voz, nuevamente sintiendo ese cosquilleo- Ya me levanto.

Rayen se puso de pie con una sonrisa adornando su rostro. Después de vestirse fue directamente al comedor buscando algo para desayunar, se encontró con la familia Malfoy en la mesa, tomó su lugar y vio bajar de manera lenta una lechuza dejando el periódico junto a Lucius el cual sin mucho esfuerzo dejo un Knut en la pequeña bolsa que llevaba atada, el ave al no ver intenciones de darle más salió volando por la ventana.

...

El callejón Diagon era como lo había imaginado, hubiera preferido viajar por todo Londres pero a Lucius le parecía inmundo rodearse de simples Muggles, terminaron viajando por polvos flu, pero la experiencia seguía siendo la misma, ni ella ni su primo habían pisado aquel pintoresco lugar.

-Es mejor que se den prisa- comenzó Lucius- Creo que son responsables para comprar lo que necesitan sin ayuda

-Draco, ten cuidado- Narcissa le entrego al pequeño tres costales seguramente llenos hasta el borde de galeones- Compra solo lo necesario

Sin esperar algo para ella Rayen comenzó a caminar hacía el imponente banco. Gringotts. Unas semanas antes leyó la información más importante de éste buscando orientación que sus tíos se negaron a darle, estaba muy claro que no era su intención ayudarla, entonces recordó aquella curiosa llave en el fondo de sus cosas, la sostenía de forma fuerte cruzando los dedos para que fuera la clave para entrar a aquella única cámara que por ahora le pertenecía.

Recorrió la calle buscando la lista de materiales que necesitaría para su primer año, desdobló la hoja y leyó

COLEGIO HOGWARTS
DE MAGIA Y HECHICERÍA

UNIFORME

Los alumnos de primer año necesitarán:

—Tres túnicas sencillas de trabajo (negras)
—Un sombrero puntiagudo (negro) para uso diario
—Un par de guantes protectores (piel de dragón o semejante)
—Una capa de invierno (negra, con broches plateados)

Todas las prendas de los alumnos deben llevar etiquetas con su nombre.

Dejo de leer, sería más fácil completar la lista paso por paso o más bien se detuvo un momento a admirarla, las demás escobas del escaparate se quedaban atrás

-La nueva Nimbus 2000, la más veloz- salió de su boca como un susurro, decidió seguir caminando ya que su cuello comenzó a doler.

Llegó sin más distracción al imponente edificio, blanco como la nieve. Notó la puerta de bronce con detalles escarlata y dorado, se encontraba...

-Sí, eso es un duende- una voz gruesa la saco de sus pensamientos y de reojo miró al semi-gigante acercarse a la puerta con un chico de cabello negro a su lado, dolió otra vez.

Cuando ambos entraron ella recién comenzaba a subir por los escalones de piedra blanca. Los duendes eran como los había imaginado, una barba puntiaguda adornaba su rostro. Cuando entro la saludó. Entonces se encontró con la otra puerta.

Entra, desconocido, pero ten cuidado con lo que le espera al pecado de la codicia, porque aquellos que toman, pero no se lo han ganado, deberán pagar en cambio más, así que si buscas debajo de nuestro suelo un tesoro que nunca fue tuyo, ladrón, te hemos advertido, ten cuidado de encontrar algo más que un tesoro.

-Como te dije, hay que estar loco para intentar robar aquí- vió al pelinegro tocar su frente como si sintiera algo y de forma instintiva llevo la mano a su cuello

Cerca de un centenar de duendes se sentaban en altos taburetes, lo había leído, algunos escribían infinitos libros de cuentas, otros pesaban monedas o examinaban piedras preciosas, se acercó al que pareció menos ocupado perdiendo de vista al chico.

-Buenos días, he venido a sacar dinero de mi caja de seguridad- el duende centro su atención en ella

-¿Tiene su llave, señorita?- preguntó curioso

-Sí- intento no titubear cuando la saco de su bolsillo y se la entregó para que la examinará de cerca, rogaba en su cabeza no haberse equivocado con la deducción

-Parece que está todo en orden- hizo un gesto con su mano, llamando a un compañero- voy a hacer que alguien te acompañe, ¡Bogrod!

-¿Que necesitan?- se acercó con la mirada fija en su cuello

-A la cámara setecientos catorce- le ordenó, este solo comenzó a moverse esperando que Rayen detrás de el también lo hiciera.

Abrió una puerta y el sonido del rechinar de un carro llegó hasta los oídos de la chica. El camino era estrecho, oscuro y solo iluminado por antorchas. Bogrod silbó y el pequeño carro apareció en los rieles. Subió junto al duende y se pusieron en marcha, atravesaron lo que parecía ser un laberinto de retorcidos pasillos. Los agitados giros comenzaron derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, de pronto a la misma inexplicable velocidad bajaron cerró sus ojos con dificultad y sintió más vueltas, el carro parecía por fin haberse detenido.

Bogrod parecía estar acostumbrado pues sin mucha dificultad se acercó a la pequeña puerta, abriendo por fin la cerradura dejando escapar de esta un espeso humo verde. Cuando desapareció hizo un ademán permitiéndole pasar.

-Puedes tomar lo que quieras de esta cámara- hablo sin cuidado, Rayen la recorrió completa, había pequeños montones de Knuts por toda la habitación, bolsitas llenas de sinkles y en el centro se revelaba un cofre de tamaño mediano repleto de galeones

La ojiazul comenzó a llenar dos bolsas con galeones, consideraba que tal vez cuatro le servirían para dos cursos, así lo hizo y se fue con un pequeño saco de Knuts, uno de sinkles y dos de galeones.

Cabían de forma perfecta en la túnica que llevaba, al regresar con Bogrod otro duende estaba presente

-Te lo digo, el día de hoy vaciaron la cámara setecientos trece- le explico rápidamente para mirar a la otra presente y escapar del lugar

Bogrod subió hasta el carro sin decir ni una palabra

-¿Podemos ir más lento?- una idea de viaje similar al pasado la hacía vomitar

-Solo una velocidad- respondió sin más

-Bogrod- estaba decidida a preguntar- si quiero conseguir mi herencia, ¿Tengo que seguír las reglas de mis padres?

-Sí y no hay otra manera de conseguirla señorita- parecía no querer hablar y a ella se le desaparecieron los ánimos de preguntar.

Traición a la sangre. HermionexOC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora