CAPÍTULO XXV: ÉL NO PUEDE SER REAL

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Capítulo XXV

Él no puede ser real

Daniel

Desde hace un par de días me he percatado deque todos aquí están muy imperativos y estresados. Se ve que no queda prácticamente nadapara que se inicie la guerra más grandiosa de todoslos siglos.Mientras estaba en otras de las muchas torturas, a las que me llevan desde que caí prisionero, oírelatar a dos guardianes de que se rumoreaba queel líder de los Vampiros, en esta ocasión, era unamujer. Claramente, mi subconsciente me dedujoque sería Melissa, y no hubo duda de ello.Al fin podré mostrarme como soy realmente, yella descubrirá toda la verdad; porque no es conveniente creer todo lo que cuentan. 

(...) 

Hoy me desperté mucho más temprano de lonormal.Si no recuerdo mal, en menos de veinticuatrohoras, todos partiríamos hacia el lugar de combate.Sinceramente, estaba demasiado nervioso.¿Me reencontraría con mis compañeros? ¿Ganarían los Cazadores? ¿Ganaríamos nosotros? ¿Quiénes morirían en el campo de batalla? ¿Quiénes sobrevivirían?Estas y miles de preguntas llegaban a mi cerebropero, lamentablemente, ninguna podía ser respondida hasta que esta guerra pusiera fin.Minutos después, escuché a lo lejos cómo intentaban abrir la cerradura de mi celda, haciendoque esta se quebrase. Me reincorporé y fui a ver dequién se trataba. Me quedé estático. No podía ser real.Evan Dallas, mi hermano, estaba frente a mí. 

—¿Cómo es eso posible? –pensé. Saliendo de mi asombro, me percaté de que detrás suya se encontraba alguien más: mi prima, Anabelle.Me alegré de verles y sonreí al darme cuenta deque si ellos habían conseguido llegar hasta aquí,los demás también permanecerían en algún lugarcercano.Pero... ¿cómo se supone que habían entrado sieste extenso territorio estaba habitado por más dequinientas familias de Cazadores? 

—Daniel —me llamó mi hermano, haciendo quecaptase mi atención en él—. No tenemos tiempo,muévete ya. Hay que salir de aquí. 

Fue entonces cuando entendí que algo iba demasiado mal.La guerra había dado comienzo antes de lo previsto.Corrí.Corrimos como si la vida nos fuese en ello.Muchos de los Cazadores se nos interponían enmedio, bien porque les ejercieron el mandato de detenernos o, como la inmensa mayoría, intentandohuir.Pronto visualicé la entrada foránea para accedera la mansión. La gran puerta de esta dejaba verlo que sucedía en el exterior. He de reconocer quenunca vi tantísimas personas desangrándose y, aalgunos, casi inertes.Me sentía orgulloso. Por fin todo esto tendría unfinal; y, agraciadamente, mi raza sería la invicta.No habría más pavor, no tendríamos que desaparecer por un tiempo para evitar más tragedias, nonos tendríamos que camuflar en otras identidadespara intentar comenzar desde cero. Ya no sucedería nada.Pero me di cuenta de una cosa: mi sed de sangrey mis ansias de persuadir a alguien hasta poderasesinarlo o que esa misma persona se acabasesuicidando, estaban desapareciendo.Solo un sujeto me había podido ayudar a ser mejoren todos los aspectos, y me sentía afortunado altenerla cerca.

 (...) 

Me resultó muy raro que no estuviera combatiendo junto a los demás en el espacioso jardínde Nathan. ¿En dónde estaría? ¿A caso había venido? No tuve demasiado tiempo en demorarme y llenarme la cabeza de preguntas, sabiendo que lasrespuestas serían incógnitas, ya que Anabelle melanzó al suelo para que me pusiera en guardia yprestara atención, pues dos tipos se me estabanacercando para agredirme. La sonreí en forma deagradecimiento y esta asintió formando en su rostro una leve sonrisa.Poco a poco, nuestros adversarios se iban debilitando y, a su vez, quedaban menos. Me entusiasmé al ver que Blas y David estaban a mis espaldastambién atacando a quienes se les acercaban delbando contrario.Pero mi mente no dejaba de pensar en ella. ¿Mehabría traicionado?Me proporcionaron un golpe en la mandíbulay, seguidamente, otro en el estómago, lo cual hizoque cayese de rodillas al embarrado césped. Escupí algo de sangre y, posteriormente, alcé la miradapara encontrarme con alguien a quien no veía desde hace años. Mi padre.Al ver su rostro lleno de ira y su sonrisa burlona,llegaron a mí todos los recuerdos desde que tengouso de memoria. Estos divagaban como flashes portodo mí ser. El odio, la venganza, la ira y el coraje volvieron a apoderarse de mí anatomía.Me levanté lo más ágilmente que pude y comencéa alternar las diferentes técnicas aprendidas a lolargo de mis años.No tenía piedad. Y no me arrepentiría de ello.Pensaba que sería mucho más complicado derribarle, porque a pesar de que conservo una vagaimagen de él, le recordaba como un hombre bastante corpulento y fuerte. Pero se demostró justamente lo contrario, lo cual me cegó todavía más.No me di cuenta de que le había dejado inconsciente hasta que alguien me tomó de las muñecashaciendo que parase.Con pesadez, fui levantando mi rostro, inspeccionando cada parte del cuerpo de quien estaba delante de mí.Volví a encontrarme con sus ojos, tan grandesy azules cómo la última vez que los vi, pero habían cambiado. Ella estaba devastada, y su facetalo confirmaba. 

Una Razón Por Cual Vivir - Encadenada Al Tiempo (#1)  #Wattys2018Where stories live. Discover now