El reflejo

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Solo se oían gritos en la habitación. Una secuencia de reproches e insultos que pedían clemencia y explicaciones. Una retahíla de criticas de como debían haber sido las cosas. Una voz que solo exigía una explicación clara de como era posible que hubiésemos llegado a la situación en la que estábamos.


El frio recorría la estancia, no era un frio como tal, era una sensación de distancia. Es el frio que provoca cualquier sentimiento negativo. La oscuridad reinaba, no en la habitación, si no dentro de mí. Un rugido furioso escalaba desde lo más profundo de mi ser. So hacia más que gritar exigencias de explicaciones que yo misma sabía que no llegarían a nada. No me servirían de nada porque ya no había solución ¿Cómo es posible que haya llegado ha esta situación? No sabia que me pasaba. Mi interior en pura efervescencia, puro odio. Porque sí, lo odiaba. La situación era insostenible. Sentía como hasta el suelo bajo mis pies se tambaleaba. Las paredes de esa habitación se venían poco a poco abajo.


Mis ojos clavados en la figura que tenía delante eran pura rabia contenida. Odio, dolor, rabia y furia. Un ambiente helado con una persona que se quemaba por dentro, dentro de su propio infierno. Un grito desgarrador, un golpe seco, miles de cristales a mi alrededor. Ante mí, un reflejo absurdo y esperpéntico de lo que yo era. El reflejo solo me devolvía la imagen quebrada de mi vergüenza. Rota, como el mismo espejo en el que me enfrento a los restos de un alma en pedazos.


Porque a veces no necesitamos a nadie para romperlo todo. Porque a veces somos nosotros nuestros propios verdugos. Porque a veces la cagamos tanto que ni nosotros mismos entendemos como hemos llegado a ser el reflejo roto de todo lo que habíamos odiado siempre.

Purple Tulips // Poesía y textosWhere stories live. Discover now