si lo pienso mucho

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La descomunal figura morena caminaba rapidamente por los pasillos del castillo, un sequito de asistentes lo seguian entusiastas, le hacían miles de preguntas, sus voces retumbaban en las paredes agotadoramente, sin embargo el solo escuchaba a una persona.

— ¡te dije que me bajaras, principe de mierda!

Los estridentes gritos de zein ocupaban la mente del monarca por completo, su corazón galopaba al ritmo de sus pasos, necesitaba llegar a su habitación, necesitaba estar con zein. Finalmente atravesó la puerta de los aposentos reales, sin embargo el murmullo de su sequito no lo había abandonado. Depositó a su pareja sobre la cama con mucho cuidado, pero este parecia estar alerta, una parte de su vestimenta se desordenó en el camino. Zein acomodó su ropa y se tapó el vientre timidamente ante la inescrupulosa mirada de los nobles que ocupaban gran parte de la habitación. era correcto suponer que la poca o nula apertura que zein pudiera tener esa noche, sería incluso menor con los presentes.

— ¡fuera!

Los vasallos alarmados objetaron el deseo del monarca.

— pero su majestad, por ley debe haber testigos en la consumación del matrimonio real, es una tradición de generaciones...

El Rey lanzó un jarrón con flores sobre la cabeza del noble que se habia atrevido a contradecirlo.

— ¡eso se acabó, fuera!

Con suma velocidad, los presentes abandonaron la habitación. El rey cerró las puertas con fuerza, ni un alma se atrevería a siquiera acercarse al lecho de bodas sin ser llamada. El rey se limpió el sudor de la frente con un pañuelo blanco y comenzó a desvestirse, se desprendió del saco, los adornos y prosiguió a desabotonarse la camisa mientras avanzaba hacia zein. El shure retrocedió gateando por la gigantesca cama.

— ¿que mierda? Alejate de mi — Zein intentó huir, tenía miedo de adonde podría conducir aquello, el rey no detenía su andar, lo perseguía en aterrador silencio — no te acerques mas.

Como si aquello fuera un juego, el monarca tomó al shure entre sus brazos y lo lanzó bruscamente sobre la cama, adonde se subió con movimientos rápidos. Capturó las muñecas de zein con una sola mano, mientras que la otra desprendía los botones del top que cubría el pecho zein. Sin embargo en aquella posicion no era capaz de desprenderle el numeroso collar de diamantes, por lo que oficialemente seguía cubierto.

— basta, no me quites la ropa.

El precioso rostro de zein estaba enrojecido por la verguenza, desviaba la furiosa mirada siendo superado por la situación. El collar de diamantes brillaba sobre su pecho al reflejar la luz de las velas, las piedras traslucidas dejaban ver los rosados pezones erectos por el frio contacto. El torzo jasta la cadera estaba al descubierto, revelando la tentadora piel que parecía llamar al rey.

— eres hermoso.

La vergüenza que zein sentía fue superada por el desprecio que le generaban los halagos vacíos. Dirigió su airada mirada hacia el rey y habló en un tono gélido.

— lo sé.

El monarca seducido por el cuerpo debajo de él y la petulante actitud de su conpañero, deslizó su mano gentilmente sobre la suave piel, descubriendo como esta temblaba nerviosamente al ser tocada.

— maravilloso, no puedo creer que seas mio.

— Ni en tus sueños, Quitame las manos de en cima, príncipe pervertido.

— no soy un príncipe, soy tu rey y ahora tu eres mi reina.

Tomó el rostro de zein entre sus toscas manos.

Saturno necesita pasivos (BL)Where stories live. Discover now