Capítulo 25

433 47 2
                                    


Los días se fueron sucediendo sin que ocurriese nada memorable ni reseñable. La fiesta de la piscina en casa de Mateo ocupaba la mayor parte de las conversaciones. Todos querían conseguir esa ansiada invitación. Entrar significaba que ese año serían alguien en el instituto, así que los estudiantes estaban dispuestos a todo para lograr hacerse con un pase.

Por otro lado, la nueva y extraña amistad entre la vieja y la nueva monarquía también ocupaba gran parte de los cuchicheos. Todos se preguntaban qué había pasado y cuál sería la primera en clavar el puñal en la espalda de la otra. Las apuestas estaban bastante igualadas. 

Y luego, había un tema que también empezaba a coger fuerza. Y ese era Madoc, el potentísimo nuevo profesor de apoyo de inglés. Más de uno le había echado el ojo y se preguntaban cuánto tardaría en caer ante los encantos de alguno de sus alumnos, o si este se resistiría a todos. Muchos eran los que deseaban llevarse aquel trofeo. Profesor que estaba como un queso y que estudiaba derecho e hijo de un senador, ¿qué más se podía pedir?

Pronto se descubriría todo. 

Pero hoy era un día especial. Y es que hoy todos los afortunados estaban arreglándose con sus mejores bañadores, dispuestos a deslumbrar a todos los invitados a la fiesta que abría el curso escolar.

—Habéis venido pronto —pronunció Mateo tumbado en la hamaca con una copa de gintonic en la mano.

—Lucía estaba ansiosa —respondió Venus con sinceridad sin pensar en que eso podría molestar a su hermanastra.

—¡No es verdad! —se defendió ella subiendo el tono sin darse cuenta.

La voz de niña enfurruñada la delató. Y es que, aunque Lucía se esforzase por ir de chica rebelde e independiente, siempre había soñado con ir a una de esas fiestas. Lo que pasaba es que no podía demostrarlo. No, cuando Venus era una de las organizadoras. Pero ahora que su relación había mejorado bastante, había pensado que era su oportunidad de divertirse un buen rato sin pensar en nada y descubrir si en verdad esas fiestas eran tan locura como todos hablaban o si tan solo eran palabrería.

—Tranquila, que ya estás dentro y nadie te va a echar.

Lucía miró a Venus como solía hacerlo años atrás y Damián se rio divertido.

—Bueno, anfitrión, sírvenos algo, ¿no?

Mateo se incorporó y miró a su mejor amigo como si este acabase de decir una auténtica barbaridad.

—La última vez que te miré tenías dos manos y dos piernas. ¡Cógete tú lo que quieras!

Venus comenzó a reírse. 

—Veo que estás de buen humor.

—Pues sí —respondió este con un gran sonrisa que provocó la risa de todos.

—Bueno, ya voy yo —dijo Lucía al darse cuenta de que ninguno pensaba mover el culo para ir a por algo de beber.

Poco a poco el jardín de la casa y la piscina se fueron llenando de estudiantes borrachos que daban rienda libre a sus más bajas pasiones. Esa era la mejor ocasión del año para desinhibirse. Para ser ellos mismos, o aquella persona que tenían miedo de ser en su día a día. 

—Hola.

Venus no necesitó girarse para reconocer esa irritante voz.

—Paula —dijo tratando de sonar lo más agradable posible —. Siéntate con nosotros —ofreció.

Mateo se giró hacia Venus con una mirada asesina.

—Te odio. Esta no te la voy a perdonar —señaló sin preocuparse de que la rubia le escuchase.

—Tú sonríe —respondió Venus entre dientes.

—Pero bueno, ¿se puede saber que hacéis aquí parados mientras el resto se divierte en la piscina?

Todos se giraron hacia Madoc, quien acababa de llegar, y Mateo cambió su cara por completo al ver el cuerpo atlético medio desnudo del chico.

—Nosotros no nos bañamos —dijo Paula con voz de suficiencia recordando cuando se lo habían dicho a ella el año pasado.

—¿Y para qué hacéis una fiesta en la piscina?

—Él tiene razón, ¡vamos a la piscina! —señaló Lucía.

Mateo repasó de nuevo al chico de arriba a abajo y se mordió el labio inferior pensativo.

—Por qué no —dijo levantándose.

—¿Venus? —preguntó Madoc.

—Paso.

—Venga ya... Algo de diversión no te vendrá mal.

Venus rodó los ojos. Conocía a Madoc a la perfección y sabía que no se daría por vencido. Se quedaría ahí parado tratando de convencerla hasta que lo lograse. Además, ¿qué opciones tenía?: ¿quedarse ahí siendo amable con Paula o irse con el resto y pasar un buen rato? La respuesta era más que evidente.

—Está bien —aceptó haciéndose la remolona mientras aceptaba la mano de Madoc para ayudarle a levantarse de la hamaca—. ¿Damián?

Y todos los ojos se clavaron en él. La verdad era que no le hacía ni pizca de gracia pasar el tiempo con Venus y su vecino, el seudomodelo que parecía conocerla excesivamente. Pero, siendo justos, no tenía cómo salir de ahí sin que se le notase la verdad, así que no tendría otra opción que tragar. Y así iba a ser cuando él apareció.

—Alejo —llamó provocando que todos le mirasen incrédulos—, justo contigo tenía que hablar.

Todos abrieron la boca y los ojos sin entender nada. En especial Alejo y Venus. ¿Desde cuando esos dos tenían algo de lo que hablar?

ArriésgateWhere stories live. Discover now