7. Vacaciones

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   A pesar de lo desastroso que fue la otra mitad del año (al menos para Severus), Harry concluyó su primer año con más éxito de lo que se podía creer. No era el mejor en pociones evidentemente, la mayoría de veces terminaba reprobado y tampoco era tan aplicado como lo era Hermione Granger (por nombrar a algún ejemplo). Sin embargo, durante su primer año tuvo un buen promedio y se merecía un descanso. Por eso mismo, al final del ciclo, ambos volvieron a La Hilandera.

   No obstante, eso no quería decir que su relación haya mejorado luego de algunos meses estando de nuevo en casa y conviviendo juntos. Al contrario, era peor de lo que parecía.

   Severus en ningún momento se pudo quitar de la cabeza el descuido que tuvo. Ni estuvo cerca de hacerlo. El hecho de que estuvo a unos milímetros de causar semejante catástrofe y aún peor, semejante acto indecoroso lo golpeó bastante fuerte. Sus principios... Los sintió quebrarse. Tanto que aún lo mantenía en su consciencia, más vivo que nunca e inconscientemente, se mantenía alejado del chico en cualquier aspecto físico. Sin embargo, no distinguía el motivo por el cual lo conservaba en su cabeza. A veces él creía que recordar con lujo de detalle alguna situación de este estilo servía para nunca más cometer el mismo error. El que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo. Pero no sabía hasta que punto lo conservaba con esa excusa porque, después de todo, algo de todo aquello disfrutó.

    Recobró el sentido a tiempo. Nunca se hubiera perdonado el haberle hecho algo a Harry, por eso mismo lo echó como pudo. Pero sus fantasías fueron exquisitas y a pesar de que fue el celo más desastroso de toda su vida, por fin se sentía vivo. En aquel ámbito, en la vida. Por fin se sentía vivo.

   Por primera vez la piel que ardía como mil infiernos se sentía bien. Al fin era placentera percibirla. No fue un sentimiento que rechazó con tanto desprecio como años atrás, al contrario, intentó abrazarlo y aferrarse como si se tratara de vida o muerte porque era más que delicioso. Sí, porque al fin se sentía vivo. Porque por primera vez las oleadas de calor eran increíbles y a pesar de que iba acompañado con otros síntomas desagradables, lo pasó lo mejor que pudo. El climax fue mortal.

   Si, haberse quedado en su cama, encerrado en la habitación que se le había asignado había sido mejor de lo que esperaba, aunque había destrozado todo en su alrededor por un ataque de repentina violencia. Los espasmos, el sudor, el calor, el temblequeo y las oleadas habían sido un conjunto de sensaciones magníficas, así lo rodeara muebles rotos, pergaminos y libros despedazados que luego tendría que reparar.

  Y mejor aún fueron las fantasías que se dieron en su mente.

   Ninguna llegaba a ser obscena. O por lo menos, para el mayor no eran calificadas como tal. Inconscientemente, Severus mantenía esa línea en su mente y la respetaba. No iba a fantasear de esa forma con lo único puro e inocente que aún permanecía en su vida. Después de todo, él nunca pudo hacerlo con Lily y hacerlo con Harry sería catastrófico para su remordimiento. No, nada explícito y ni siquiera una puta gota de pornográfico.

   Pero siempre volvía a lo mismo, el centro de su anhelo, el que conservaba muy en el fondo de su interior. El deseo se manifestaba y cada fantasía terminaba de la misma forma: la marca de sus dientes en el cuello del niño, sangrando. Durante bastante tiempo, mientras se encontraba en la cúspide de su celo, imaginaba a Harry en sus brazos. Lo abrazaba y lo estrechaba contra su pecho como si quisiera que permaneciera así, para protegerlo toda su vida. Era hermoso armar esa imagen en la mente. Y apenas podía, se inclinaba un poquito. No mucho, solo lo suficiente para inundar sus fosas nasales de una sola vez, sin previo aviso. Los ojos extremadamente azabache y dilatados se le iban a pesar de que intentaba resistirse y no lucir como un depravado. Pero no podía. Luego, volvía a esconder su rostro en el pequeño espacio entre el hombro y el cuello del menor y aspiraba su fragancia como la primera vez que lo configuró en su mente, al presentar la casta. Lo olía y lo saboreaba como si se tratara de lo más sabroso del mundo. Entonces, el hambre aparecía. Ese hambre de piel que tanto lo consumía volvía a atormentar sus instintos y lo volvía a desear... Lo volvía a anhelar... Así comenzaba y no podía aguantarlo, era insoportable. Intentaba controlarse pero no podía. Así que le susurraba algunas palabras a Harry, procuraba endulzarle el oído con historias de amor y unión para toda la vida (después de todo, siempre vio la marca como algo de ese estilo). Y finalmente, al no aguantar más, le clavaba sus dientes y colmillos. La sangre brotaba mientras se escuchaba un grito ahogado. Y Severus lo consolaba, le pedía perdón por semejante dolor pero que era necesario. Entonces, en su fantasía, ahora era suyo para toda la vida y nunca se iría de su lado.

En La HilanderaWhere stories live. Discover now