Capítulo 32.

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Rubén desde que tenía memoria había vivido en la misma casa, pues era propiedad de su madre. Tiene recuerdos de su niñez a trozos, era muy hiperactivo y le gustaba estar con sus amigos en sus casas o frente a ellas, pero no le gustaba estar mucho en su propia casa. En toda su infancia solo recuerda gritos y peleas en su hogar; también recuerda como su hermana lo abrazaba y lo llevaba a su habitación para cantarle canciones de cuna mientras esperaban a que sus papás terminarán de pelear. Era caótica estar en aquella casa con sus padres al mismo tiempo.

Él no puede decir que le tenga cariño a su padre, o que lo haya querido, porque eso nunca pasó. No recuerda mucho de él, y ya hasta podría decir que ni siquiera recuerda muy bien su rostro; pues su padre no solía estar en casa, y cuando estaba no les prestaba atención, tan solo se sentaba en el sofá a beber cerveza. Su padre tenía una terrible adicción al alcohol y a la mala vida en general. No trabajaba, conseguía algo de dinero haciendo apuestas o consiguiendo clientes para las personas que consideraba sus "amigos", quienes tenían negocios turbios y estafaban a las personas.

Los primeros años de Rubén las cosas se mantuvieron semi estables en su hogar; su madre era la que trabajaba y llevaba el pan a la mesa de cada día. No tenía horarios extensos, trabajaba lo justo y eso les daba para estar bien, así que pasaba horas junto a sus hijos, y con eso Rubén estaba bien. Pero todo cambió cuando un día, el señor que se hacía llamar su padre llegó una tarde en que sabía que sus hijos estarían solo en casa con un plan en mente.

Esa tarde era un día extrañamente frio para la época del año. Rubén y su hermana se encontraban tranquilos en casa viendo la tv; de pronto, su padre entró junto con otra persona. Apenas los vieron los niños tuvieron un muy mal presentimiento; pues ambos hombres, su padre y el otro sujeto se veían bastante mal. El pequeño niño solo recuerda ver mover los labios del otro sujeto en dirección a su padre y decirle "nos pueden dar una buena pasta por los dos".

En ese momento él no entendía, y tampoco su hermana; solo veían como aquel sujeto extraño se acercaba junto a su padre para tomarlos de sus brazos tan fuerte que hizo que ambos niños entraran en pánico y empezaran a gritar. Pero antes de llevárselos a la fuerza, la puerta principal fue abierta y de ella entraron su mamá y uno de sus vecinos (quien era policía) junto a otro oficial. Entonces se escuchó una discusión mucho más fuerte que otras, se escucharon vasijas y cosas rompiéndose, se vio como ambos oficiales tomaron a los dos hombres para esposarlos y llevárselos con ellos, todo mientras la mamá de ambos niños los abrazaba tan fuerte tratando de calmar sus llantos.

Rubén era muy pequeño para entender lo que pasó ese día. Su padre trató de vender a sus propios hijos a sujetos extraños para ganar algún que otro dinero y seguir con sus adicciones; pero, tanto él como el sujeto que lo acompañaban se veían tan extraños, que una de sus vecinas cuando los vio no dudó en llamar a la madre de los niños y su propio esposo (el policía) comentándoles la situación.

Su padre al final fue sentenciado por estafa y trata de menores; porque el hecho de tratar de vender a sus propios hijos se le consideró con esa sentencia. Desde ese entonces Rubén no volvió a saber nada de su padre, y una pequeña paz se pudo sentir en su hogar, pero fue tan pequeña que no la recuerda muy bien.

Su madre entró en una depresión después de eso. Ella tratando de darles lo mejor a sus hijos y, de paso, queriendo distraer su mente, empezó a tomar horas extras en su trabajo de manera frecuente; fue tanto, que Rubén no recuerda a su madre presente en muchos acontecimientos de su vida.

Lo que quedaba de su infancia y su adolescencia las recuerda junto a su hermana, junto a sus amigos del instituto, junto a sus vecinos, incluso junto a las familias de sus vecinos, pero no junto a su mamá. Él y su hermana aprendieron a arreglárselas por ellos mismos; trataban de ayudar a su madre con los oficios varios de la casa, para que ella pasara más tiempo con ellos, pero esto no ocurrió.

Rubén la extrañaba, claro que sí. Extrañaba los cariños en las noches, los besos en la frente, las canciones que solía cantarle antes de dormir, los abrazos cada vez que llegaba a casa. Con el paso del tiempo reemplazó las lágrimas y las caras tristes por sonrisas y gestos alegres, gracias a sus amigos; pero en el fondo aún se sentía igual, aun sentía esa tristeza. Les agradecía a sus amigos por todo, sí. Le agradecía a su hermana por todo, sí. Pero la distancia que había entre él y su madre, ver como cada noche ella llegaba cansada, ignorando prácticamente todo y encerrándose en su habitación, sumida aun en su tristeza, eso era algo que a él le dolía; y aunque habían tratado de hablar con ella, nada parecía cambiar.

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– al final terminamos acostumbrándonos mi hermana y yo, pero aun sigo sintiéndome mal. – terminó de relatar dando un suspiro. Samuel se acercó aún más al peliblanco y lo estrechó entre sus brazos, entonces Rubén se aferró fuertemente y dispuso a llorar; lloraba por todo lo que lo carcomida por dentro, lloraba por toda la frustración que sentía, lloraba todo aquello que se había negado a desahogar por mucho tiempo. Allí, en ese reconfortante abrazado, envuelto en el suave olor a lavanda y el perfume del pelinegro. Entonces por fin pudo liberarse de un enorme peso, de uno que se había empeñado en ocultarle a sus amigos, de uno que le impedía dormir a gusto, de uno que vivía ignorando mientras ocupaba su mente en otras cosas. Samuel no respondió nada, solo se dedicó a abrazar al peliblanco mientras daba pequeños mimos en su espalda y tarareaba alguna canción para tratar de calmarlo un poco; no habló nada porque sabía que no debía hacerlo, porque sabía que no era el momento.

Y el resto del día pasó con ambos abrazados, mientras poco a poco Rubén cerraba los ojos dejándose ganar por el sueño. En algún momento decidieron ir a la habitación del peliblanco; ese día Samuel no se fue, se quedó junto a Rubén toda la noche, permitiéndole a este descansar a gusto sobre su pecho, por primera vez en mucho tiempo.


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¡Feliz año! un poco atrasado xd

¿como la han pasado?, yo es que entre tantos toques de queda apenas y he salido de casa, pero bueno (:

ahora con respecto a la historia, al principio no tenía pensadaro que durara muchos capítulos; pero me he inspirado demasiado en más de una ocasión. Me disculpo si en algun momento la historia parace no tener concordancia en algunos hechos, pero estoy tratando de que todo se conecte en un punto.

espero que les guste estos caps 😊

Esta ves tenia listo estos dos caps y los solté, cuando tenga otros caps más también los soltaré xd

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora